Nostálgico
extraña el viento.
Teme que la quietud
sea sólo un síntoma
de congelamiento
de la realidad
que a veces
por anodina
lo aplasta.
Desesperado,
revisa en los bolsillos,
no encuentra nada
que lo saque
de esa pausa.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
Con el frio del invierno, habrá que espiar el paisaje desde una ventana y contentarse con ver una pelicula o leer libros que nunca se acaban.
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