Los que carecen de imaginación, se refugian en la realidad..., dice y se queda contemplativo esperando mi reacción.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
jueves, noviembre 03, 2016
lunes, agosto 29, 2016
domingo, julio 17, 2016
Cocido
Hundió el cuchillo sin odio, sin desprecio. Incluso, me animo a decir, con cierto placer. La sangre brotó densa, pesada, como si antes de salir ya estuviera coagulada. El verla así le provocó repugnancia, asco. Por un instante creyó que las náuseas lo iban a desbordar. Pero pudo contenerse.
-¡Mozo! -grito desde la mesa, concentrando la atención de todos los comensales- le dije bien clarito que al bife de chorizo lo quería cocido.
-¡Mozo! -grito desde la mesa, concentrando la atención de todos los comensales- le dije bien clarito que al bife de chorizo lo quería cocido.
miércoles, junio 29, 2016
Presente
Desperté
en un barco
encallado
encallado
en el que oscuras ilusiones correteaban
fantasmales
fantasmales
jugando con el alma de un destino muerto
Entre oxidadas esperanzas
cansado de remar viento de marea baja
me sentí heredero
de un pasado glorioso
que nunca existió
que nunca existió
lunes, mayo 23, 2016
Pronostico
Dicen que pronto nevará. Que la nieve que caerá será tanta que borrará de un plumazo al otoño. Que el invierno está ahí nomás golpeando la puerta, exigiendo, en un acto apresurado y loco, anticipar su llegada para blanquear este dorado paisaje que mis otoñales álamos pintan despreocupados de cualquier pronostico.
sábado, mayo 07, 2016
Naturaleza
El animal yace ya sin vida a un costado del camino. Mi cuerpo siente el viento frío que viene del oeste. Los cóndores descienden armoniosos sobre la estepa como si nada ni nadie pudiera perturbar o interferir en el banquete que les espera. Si no fuera por el frío podría quedarme horas parado contra el alambrado observando esta escena que de vez en cuando nos regala la naturaleza.
lunes, abril 04, 2016
La nada
Escribir sobre la nada. Dejar que
las palabras vayan, desinteresadas de cualquier propósito, poblando la inabarcable
hoja en blanco. Contar la historia que no se ve, o que sólo ven esos atentos ojos,
de ese par de guanacos, que observan expectantes lo que se les aparece en el
medio de esa nada.
Imaginar que no es un click de una
cámara fotográfica el que se va a disparar. Imaginar la mira telescópica y al
cazador que junta adrenalina y que siente el frío gatillo sobre el tembloroso
dedo, dudando en qué momento presionar sobre él. Y dejarlo todo así. Dejarle al
lector la libertad de imaginar qué fue lo que pasó. Si, finalmente, ese inescrupuloso cazador disparó
o no. Y si lo hizo, si logró dar en blanco.
O tal vez falló. Tal vez, la
imagen, así como se ve, lo perturbó. Le hizo creer que tenía frente a sí a ese ser
mítico de dos cabezas, del que tantas historias cuentan los puesteros, y la
bala de la carabina se perdió en ese cielo azul, y su retumbar volvió como un
eco ensordecedor que vuelve de la nada.
lunes, marzo 07, 2016
Solo
-No debe estar bien, pensó. -Si
está volando sola no debe andar bien. Pero el ave no parecía tener problema
alguno. Volaba con la decisión de quien tiene ya establecido un rumbo. Incluso, me animo a decir que, lo hacía con cierta displicencia. Como si la ausencia de
otras aves volando con ella le facilitara el desplazarse. Como si no sintiera nostalgia por la bandada.
sábado, febrero 13, 2016
Atrapados
No sabe si seguir o quedarse ahí
esperando a que su tropilla pegue la vuelta. Los caballos avanzan decididos.
Tienen ese andar que a él lo hace pensar que por momentos no galopan, que por
momentos flotan. Que el contacto con el agua ha despertado en ellos una
capacidad anfibia que hasta ahí nunca habían podido mostrar. Aunque el borde
costero está ahí nomas, estos matungos no van hacía él. Todo lo contrario: su
rumbo se orienta hacia lo profundo. No queda mucho por hacer, salvo esperar que
prevalezca el instinto y que sus caballos salgan solos del agua. Pega unos gritos tratando de llamar su atención. Pero no sucede nada. Hay algo que los ha enceguecido, piensa. Hay algo en este espejo de agua que los tiene atrapados.
domingo, enero 03, 2016
Despacio
Despacio. Así era su andar. Daba
la impresión de que media cada paso que daba. Muchas veces llegué a pensar que
andaba como si no fuera a ningún lado. Como si en ese andar no hubiera un
destino. -Buen día, -amigo, decía al pasar y no esperaba a que yo le
respondiera. –Buen día, respondía yo y nunca supe si alcanzaba a escucharme.
Porque, así como veía su silueta aparecer en la distancia y pensaba que a ese
ritmo nunca llegaría hasta mí, también pasaba que, cuando menos lo imaginaba,
él ya había pasado, me había saludado y había seguido su derrotero hacia ningún
lado. Me hubiera gustado saber de dónde venía. O cómo se llamaba. O, hacía
dónde iba. Hace ya una semana que no lo veo venir. Me quedo esperando hasta
tarde pero no aparece.
sábado, enero 02, 2016
Sobreviviente.
Me sentía un sobreviviente. Uno
de los tantos o de los tan pocos que habían atravesado ese oscuro tiempo en el
que, como un aliento inquisidor, reinó sobre nuestras cabezas la permanente
amenaza de ser excluidos del sistema. Me sentía también, de alguna manera, un privilegiado.
No integrar esa inmensa mayoría de resignados que habían alimentado esa absurda
idea de que fuera de ello no había existencia y seguir vivo, me entusiasmaba.
Un entusiasmo estúpido, si se quiere. Porque es cierto también que, así como en
algún tiempo todo reino tiene su hegemonía, también sucede que, ineludiblemente,
toda hegemonía es arrasada por el tiempo. Y es el tiempo el que manda. El que
excluye. Me sentía un sobreviviente. En un tiempo en el que no había lugar para
los que osaran sentirse así.
viernes, enero 01, 2016
Despierto
Desperté sobresaltado. No estaba
teniendo un buen sueño. Era aún muy temprano. Hice el intento de seguir
durmiendo, pero no lo logré. O tal vez sí. Tal vez estaba de nuevo transitando eso que parecía una pesadilla. Mejor despertar, me dije. No sin dar antes unas vueltas en la cama, opté por levantarme. Afuera el
sol estaba ya a pleno y reinaba una calma casi absoluta. Miré el reloj de pared
y faltaban unos quince minutos para las seis de la mañana. Muy temprano, pensé.
Pero no voy a volver a acostarme. No. Mejor sigo despierto.
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