Hoy es uno de esos días en lo que quisiera detener el vuelo de una golondrina y dejar que mis pensamientos la acompañen, vuelen -aunque sea por un rato- con ella.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
miércoles, noviembre 07, 2012
lunes, noviembre 05, 2012
Instante
Lo bueno de la fotografía es que se vuelve cómplice de uno a la hora de robarle a la naturaleza esos momentos únicos. Que sin ser muy técnico en la materia, teniendo solo ganas de jugar un poco con lo que te aparece, podes descubrir composiciones que quizás nunca hubieras imaginado.
Volar
Sentir esa seguridad que solo siente quien tiene en su mente un objetivo claro. Sentr que puedo -como en un vuelo de pajaro- llegar a esa meta que me viene dando vueltas en la cabeza. Desplegar, en toda su amplitud, mi decisión, para ir al encuentro de eso que, aunque parezca lejano, espera por mí.
miércoles, octubre 17, 2012
Variaciones
Andar y desandar, darse a si mismo la
oportunidad de entrar, de salir y de volver a entrar, de jugar y dejar que la
realidad juegue con eso que ya no necesitamos controlar…
lunes, octubre 15, 2012
Transiciones
Salir con la maquina de mirar,
bajarse y caminar, girar y girar. Aceptar mi insignificancia, confiar la mirada a la inmensidad.
sábado, octubre 13, 2012
Percepciones
A
veces, la realidad, se degrada y nos
confunde. Otras, se ilumina y nos deja ver lo que necesitamos ver, lo que
alivia o aliviana nuestra fugaz existencia...
viernes, octubre 12, 2012
Contemplaciones
Me dejo esperar, me quedo como en
pausa, mi mente está despejada, ya no quedan ni rastros de esos sueños que a
veces me atormentan. Puedo estar así –en esta mañana- en sintonía con el
paisaje…
domingo, octubre 07, 2012
Relación (final)
Llegó apurada al aeropuerto. La empleada de la aerolíneas le
puso mala cara. Solo equipaje de mano, aclaró y le pasó su documento de
identidad. 13C y ya están embarcando por puerta siete dijo la empleada, como recordándole
que había llegado tarde. Apuró el paso y escucho que por el altavoz la nombraban.
Subió al avión y caminó hasta su lugar. Le costó acomodar el bolso de mano en
portaequipaje, pero pudo hacerlo. Hola ma, me voy unos días afuera, cuando
vuelva te llamo, todo bien, escribió en un mensaje de texto, lo envió y apagó
el teléfono. Abrió la cartera y revisó
de nuevo al vouchert del hotel. No había sido complicado hacerlo. Apenas tuvo
la confirmación del destino que ese hombre buscaba, mientras emitía los boletos
y confirmaba el hotel para él, -casi simultáneamente- confirmo su pasaje y su
alojamiento, en el mismo vuelo y en el mismo hotel. Sentado en la butaca sobre
ventanilla, un hombre de unos cuarenta años, leía un libro. Y si es este,
pensó, no, no creo, sería demasiada casualidad. Levantó la vista y vio a muchos
hombres más que parecían viajar solos. Tengo que estar tranquila, se dijo para
si misma -mientras el avión comenzaba a moverse en la pista- no estoy huyendo
de nada, ni de nadie, solo estoy tratando de cumplir con ese deseo que siempre
albergué, eso que me mantuvo de pie hasta en los momentos más complicados, eso
que me pide, me suplica y incluso a veces me exige, decidirme a salir a ver si
me puedo encontrar de una vez por todas en esta existencia. No alcanzó a
escuchar las indicaciones de seguridad de la azafata y se durmió profundamente.
lunes, octubre 01, 2012
Relación VIII
Encendió la computadora, abrió el correo de la agencia:
treinta y dos consultas. ¿Cómo hace la gente para vivir viajando? se preguntó.
Cuando más complicado estaba todo, más se incrementaban las consultas. Viajes
cortos, aprovechar el feriado, promos de algún destino exótico, cualquier cosa
y su bandeja de mails se llenaba de consultas. Escaparse, eso era lo que la
gente hacía. Escapada, tal vez era eso lo que ella estaba necesitando. ¿Huir?
No, no era eso lo que quería o por lo menos lo que creía querer. Suena el teléfono.
Clarita le pasa una llamada. Atiende. La voz no le dice nada. Otra de esas
tantas consultas telefónicas que casi siempre quedan en nada. ¿Alguna promoción
single? Si, tenemos varias alternativas, dice, mientras se acomoda el pelo,
como si el del otro lado del teléfono pudieran verla o como si estuviera en una
videoconferencia. ¿Aceptan tarjeta? Si, dice, trabajamos con todas las tarjetas
y su voz ahora suena como endulzada, con un ritmo más lento, como si estuviera –en
un encuentro íntimo- confesando un oscuro secreto. Puede reservar on line o si
gusta puede pasar por nuestras oficinas, agrega y por su mente pasa la imagen
de ese desconocido acercándose lentamente a su escritorio.
sábado, septiembre 01, 2012
Relación VI
Acomodó el cuerpo en la butaca, dejándolo caer lentamente,
como si al así hacerlo, evitara algún dolor, de esos que uno le quedan luego de
una larga caminata. Lo hizo también buscando encontrar, en esa butaca, alguna seguridad, esperando tal vez, contener toda esa humanidad, que se percibía tan frágil que la hacía pensar que si –por
esas casualidades- alguien abriera la puerta y dejara entrar una brisa, esa
ligera brisa sería suficiente para terminar derribando lo poco de autoestima
que le había ayudado a salir de su departamento y llegar hasta su trabajo.
Levantó la vista, quizás con la esperanza de que Clarita ya no estuviera más ahí,
pero no, Clarita seguía con sus manos apoyadas en el escritorio, como estableciendo
una barrera, un límite, como bloqueándole cualquier posibilidad de huir de esa
conversación que ella no quería tener y a la que, evidentemente, Clarita no estaba dispuesta
a renunciar. Disculpame, dijo, casi en tono de suplica, pero no ahora no tengo
ganas de hablar, tal vez mas tarde, pero
ahora no. Sacó el manojo de llaves de su cartera y abrió uno de los cajones de
su escritorio, mientras veía como Clarita regresaba a su puesto de trabajo. No
te voy a dar el gusto, pensó, no te voy a dejar hurgar en mis sentimientos como
quien revuelve la basura de otro, no Clarita, a vos no.
martes, agosto 28, 2012
Relación V
Llegó temprano a la
oficina, cosa poco común en ella. Clarita ya estaba sentada en su escritorio
con la computadora encendida. Siempre igual, siempre sonriente, siempre
temprano, siempre eficiente y como preparada para hacerse cargo del mundo. Trató
de desentenderse, de no prestarle atención, de hacer como si su llegar temprano
no fuera una excepción en su vida laboral. Se quitó el gorro, la bufanda, los
guantes, la campera y un sueter que solía ponerse cuando le tocaban estas
mañanas frías. Cuando se disponía a ubicarse en su puesto de trabajo, sintió la
proximidad de Clarita, que sigilosamente se había levantado y con una taza de café
en la mano, venía hacia ella, con, uno vaya a saber, qué intención. ¿Te pasa
algo? Le susurró al oído. Ella se dio medio vuelta, sin desacomodar el cuerpo,
como queriendo disimular eso de estar pasando un día de mierda. Nada, no me
pasa nada. ¿Qué te hace pensar que me puede estar pasando algo? Contesto,
pensando en que su respuesta, en forma de pregunta, haría que Clarita
retrocediera, o desistiera de continuar con su indagatoria. Pero no, nada de
eso pasó. Todo lo contrario. Clarita dio un par de pasos, se puso del otro la
del escritorio, apoyó sus manos en él y como disfrutando de esa oportunidad que
ella le había servido en bandeja le dijo, ahora en voz alta: Si a vos no te
pasa nada, avisale a tu cara querida, porque tenés toda la pinta de haber
atravesado un temporal.
sábado, junio 02, 2012
Relación IV
Despertó bruscamente. Como cuando uno siente que se quedó dormido o que sin darse cuenta se le pasó la hora. Se sentó en la cama, encendió el velador y miró la hora: eran las cinco de la mañana. Sigo durmiendo, pensó. Mejor no, mejor me levanto y ordeno un poco el departamento, antes de ir a trabajar. El fin de semana había sido un desastre. Todo a contramano. Todo el tiempo ocupada tratando de encontrarle la vuelta a lo que, por un momento creyó poder recuperar, pero que, cuando él la tomó fuertemente del pelo, como para zamarrearla, comprendió que esa relación estaba definitivamente estaba terminada.
domingo, marzo 11, 2012
Relación III
Pensó en llamar a su madre, pero decidió no hacerlo. Tengo que ser fuerte se dijo, tengo que empezar a hacerme cargo de las cosas que me pasan. Fue hasta el baño y buscó en el botiquín una de esas pastillas que tomaba para relajarse un poco. Miró el frasquito, estaba casi lleno, como que no había necesitado recurrir a él en todo este tiempo. Tomó una pastillita amarillenta, se la puso en la lengua, abrió la canilla del lavatorio y bebió un gran sorbo de agua para tragarla. Bien, se dijo, ahora a dormir. Puso el despertador a las seis y se tiró boca abajo en la cama. Cuando comenzaba a sentir que su cuerpo no alcanzaba a llenar ese espacio, a tener esa sensación de ausencia del otro que ya no estaba, se durmió profundamente.
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