Cansado de juntar retazos de sueños, en un rompecabezas imposible de armar, me dispuse a dormir de otra manera. Si, voy a dormir para soñar y recordar todo, me dije. Terminé la lectura de La Insoportable levedad del ser, de Milan Kundera, un libro que te quita el sueño y me dispuse a descansar. Soy de dormir corrido, pero a medianoche desperté. Lo primero que hice fue pensar en lo que había soñado y no recordaba nada. No puede ser. Siempre soñamos algo. “No es tan fácil soñar como un todo, los sueños son fragmentos por naturaleza. Si te propones soñar como un todo terminas soñando nada. Porque solo la realidad puede ser percibida como un todo. O sueñas o vives tu realidad.” Mientras dormitaba, la voz insistía en darme este mensaje. Ahora dudo si realmente estuve despierto.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
siempre hay una voz que nos habita...y esta vez de qué hablaba?
ResponderBorrarKundera. Me encanta ese libro y qué chévere que de ahí empezaste a escribir esta reflexión. Yo también duermo de corrido y cuando sueño largo y tendido, despierto y no me acuerdo de nada. A veces conscientemente mientras camino al baño (que son como 7 pasos de mi cuarto) trato de no olvidar detalles pero qué va, cuando cruzo la puerta del baño ya todo se ha ido. De repente para eso están los sueños, para ser vividos por otro yo que llevamos en algún lugar de nuestro ser.
ResponderBorrarSaludos y gracias por pasar por mi blog.