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Perdido

 


La cabeza gacha 

no alcanza a amortiguar

el viento frio de la mañana

La cabeza fría

no ahuyenta 

los pensamientos turbios

que la mente enfrasca.

El cielo atardecido

aún está ahí.

Mis ancestros
alzaban la mirada
buscando en lo alto

señales que tranquilizaran
su terrenal existencia.

Yo,

ahora,

miro al cielo y me digo
que,
sí tuviera
un poco de fe
o si aún conservara algo de
esa inocencia de niño que recuerdo haber tenido,
tal vez,
en mis sueños
no andaría tan perdido. 

Comentarios

  1. Un poema capaz de recordanos que la inocencia debe permanecer. Quizás no haga más humanos. Saludos. Carlos

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