Acostumbrados a la quietud cualquier vibración nos incomoda.
Ni pensar en cómo quedamos después de un temblor.
Ahí te das cuenta de lo inútil que resulta el orden en el que acomodaste todas tus certezas
Ahí, en ese instante que dura el sacudón, cuando la estantería de tu existencia parece venirse abajo, alcanzas a dimensionar lo inútil que ha resultado el haber gastado tiempo intentando encontrar un lugar para cada cosa.
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