¿Hola? ¿Con el profesor Bardacci? Si dijo él, que no le gustaba que le dijeran profesor y que no atendía llamadas no identificadas, pero que esta vez –por que ya estaba cansado del reposo médico- atendió y aceptó que le cambiaran el titulo que tanto le había costado lograr. Disculpe que lo moleste, dijo ella, es que… Sintió como si una bocanada de aire invadiera sus pulmones. Llevaba tres días en cama, en los que la fiebre lo había tenido al borde del delirio. Respiró fuerte por su nariz, para darse cuenta que no estaba imaginando lo que pasaba. No, no es molestia. Es que… Se acuerda que le dije si podía llamarlo, dijo ella. Si, dijo él y trato de disimular el temblor que recorría su cuerpo. Quedaron en verse en un café sobre Coronel Díaz y Paraguay. Ella llegó –más abrigada de lo que él la había soñado- abrazando sus carpetas. Lo saludo como si nada hubiera pasado. Pidió un café con leche, dos medias lunas y un jugo de naranja exprimido. El, endulzó su café con sacarina y se quedó contemplándola. Pensé que no iba a atender mi llamada, dijo ella. Pensé en que no me ibas a llamar nunca pensó él, pero sus labios no se animaron a pronunciarlo. Es que estuve un poco resfriado, contestó. Después ella sacó sus apuntes y él se ocupó de aclarar las dudas acerca de Teoría y técnica impositiva II.
Estaba sentado en la confitería de la terminal. Lo reconocí, aunque no había leído hasta ese momento ninguno de sus libros. Era Peña, el escritor, Héctor Rodolfo “Lobo” Peña. Había escuchado hablar de él, de sus premios y de la Trágica gaviota patagónica, su libro más mentado. Nos saludamos con un ligero movimiento de cabeza y, sin decir nada, seguí con mis cosas. Pasaron más de veinte años de ese momento. Peña ya no está entre nosotros. A mí me quedó la imagen solitaria, como ensimismada, de él, sentado en la confitería; y me quedaron sus libros, los que, a medida que fui leyendo, fueron incrementando mi entusiasmo por su producción literaria. Incursionó en todos los géneros y en todos lo hizo con la misma vocación: la de ser fiel a su estilo. Los pájaros del lago fue el primero que leí. La trama tiene todos los condimentos de thriller. La historia me atrapó desde la primera página. Ambientada en la zona del Lago Argentino, los personajes y los lugares en los que acontecían los he...
una cita para resolver dudas y que surjan otras nuevas...
ResponderBorrarla fotografía una preciosidad
pienso igual q cordelia
ResponderBorrarCreo que a ella le
ResponderBorrargustaría que el
profesor le resolviera
otro tipo de dudas.
Muy bueno tu olvido VII
Besos
alguien por aqui huele a romanceeeeeee... y esa foto esta muy acorde con una insinuacion, tal como tu relato. que te han quedado perfectas ambas!
ResponderBorrarun abrazote!
Bonito relato e impresionante foto!
ResponderBorrarCon esa fotografía, las dudas se aclaran fácilmente...
ResponderBorrarbesos, Monique.
Y... siempre hay tiempo para "clases particulares"...
ResponderBorrarAbrazo!
Con un cielo tan abrumador todo es posible...
ResponderBorrarUn abrazo