Después, todo pasó muy rápido. Cuando pudo enfriar la cabeza, ella ya estaba sentada en la mesa de su casa. Su madre preparaba el almuerzo. Su padre leía el diario. El, nada, solo trataba de explicarse que había pasado. Como un trampolín, la vida no le había permitido detenerse ni un minuto a pensar. Ella, lo esperó –una tarde- en su departamento de veinte metros cuadrados en el barrio de caballito. Lo nuestro va a ser para siempre le dijo, con un convencimiento, que él, solo pudo mover la cabeza, confirmando lo que parecía indiscutible. Quiero terminar mi carrera, me falta un año, recibirme y después nos casamos, formamos una familia y no nos para nadie, insistió ella. El, la recorría con sus dedos por la espalda y cuando iba a esbozar uno de sus tantos pensamientos, ella lo interrumpía con alguna de sus tantas certezas. Quiero conocer a tus viejos. Mis tíos se van a poner muy contentos cuando les cuente. Un año pasa rápido y ahora que vos vas a estar conmigo, estudiar me va a resultar más fácil. El no había pensado en casarse, ni en llevarla a su casa, ni se le cruzaba por la cabeza en conocer a sus tíos, pero asentía, cada comentario de ella. Mis padres fallecieron cuando yo tenía ocho años, dijo ella, mientras buscaba la forma de hacerse un bocado de los tallarines caseros que la madre de él preparaba todos los domingos como un ritual religioso. Fue en un accidente de transito, cerca de Colon, chocaron con un tractor. Nadie la interrumpía. Me criaron mis tíos, a ellos les debo todo, son muy buenas personas.
Estaba sentado en la confitería de la terminal. Lo reconocí, aunque no había leído hasta ese momento ninguno de sus libros. Era Peña, el escritor, Héctor Rodolfo “Lobo” Peña. Había escuchado hablar de él, de sus premios y de la Trágica gaviota patagónica, su libro más mentado. Nos saludamos con un ligero movimiento de cabeza y, sin decir nada, seguí con mis cosas. Pasaron más de veinte años de ese momento. Peña ya no está entre nosotros. A mí me quedó la imagen solitaria, como ensimismada, de él, sentado en la confitería; y me quedaron sus libros, los que, a medida que fui leyendo, fueron incrementando mi entusiasmo por su producción literaria. Incursionó en todos los géneros y en todos lo hizo con la misma vocación: la de ser fiel a su estilo. Los pájaros del lago fue el primero que leí. La trama tiene todos los condimentos de thriller. La historia me atrapó desde la primera página. Ambientada en la zona del Lago Argentino, los personajes y los lugares en los que acontecían los he...
Disfruto de tus imágenes. Increíbles. Me quedo leyéndote.
ResponderBorrarLa fotografia es IMPRESIONANTE. Besos
ResponderBorrarmás que un trampolín esto me parece una cuesta abajo...sin frenos
ResponderBorrarque no se te olvide decirle de esa soledad que se siente cuando no se interesan por nuestros pensamientos!
ResponderBorrarabrazo
y que tan bien pintas en esa imágen que se lleva comentario aparte!
ResponderBorrarHay veces que te dejan con la boca abierta y por más que uno intente no sale palabra alguna...y cuando no te escuchan despues es peor!! asi empiezan las distancias, cuando uno siempre calla!!..
ResponderBorrarUn abrazo!!