Me dejé llevar. No voy a negar que –aunque sea por un momento- creí en ella. Me tomó de la mano una tarde de esas en la que –aunque llovía torrencialmente- yo sentía el sol sobre mi piel. Debe haber sido el calor de sus manos, o la forma en que me miraba, o la firmeza de sus palabras. Me dejé llevar y a hora no sé como volver.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
Ya es tarde para volver...
ResponderBorrarBesos.
A veces algo superior nos puede y no podemos luchar contra ello....Besos de viernes
ResponderBorrarotra fotografía espectacular
ResponderBorrar:)
pues no vuelvas...
ResponderBorrar:)
Nada mas sanador que sentir eso de dejarse llevar! Y si es así, no hay necesidad de volver...¿Volver adonde?
ResponderBorrarAbrazo!
Los riesgos de dejarse llevar...
ResponderBorrarSaludos!
pero... querés volver?
ResponderBorrarsin permiso... igual que como te fuiste... regresa.
ResponderBorrarMe encanto la pic!!!!!!!
...
ResponderBorrarYo me dejo ir con tus imágenes.
Me impactó el post de NADA, tal vez me proyecté.
Saludos y un abrazo para ti.
Mafalda