Escribir un rezo para un Dios inexistente Inventarme un Dios al cual rezarle sin fe Encontrar una fe que no esté presa de una religión Profesar una religión en la que no haga falta rezar para huirle a la angustia que me acompaña desde que no estás
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
Coincido, nadie debería quedarse en un lugar donde no hay nada.
ResponderBorrarReviviendo el blog propio, encontré un comentario tuyo y no podía no meterme aquí.
besos
Angie Pagnotta. Leyendo tu comentario te diré que discrepo contigo, que en cualquier lugar por remoto y desértico que sea -esta foto bien podía ser La Patagonia- encierran belleza y en nosotros está descubrirla. Es cuestión de tiempo y de ponernos a ello.
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