Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
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Zafar
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UN poeta con profusa producción, que bien vale que este blog publique algunos poemas señeivos de su obra. Un abrazo. Carlos
ResponderBorrarSí, ya nos haremos tiempo para compartir algunos de sus tantos poemas. Mientras tantos, si te interesa conocer algo de lo que él escribe, podés pasar por https://jorgecurinao.blogspot.com/
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