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Hurgando

Que se sentía como extranjera en su alma, dijo. Despojada de toda fe y de todo sentido de trascendencia. Que, por otro lado, no esperar milagros la tenía más tranquila y aliviada. Dijo eso y se quedó mirándome fijo, como hurgando en mi interior para encontrar algo de eso que parecía haber perdido. Yo no atiné a decir nada. Sólo tragué saliva al darme cuenta de que también estaba vacío, que por más que revolviera en mis entrañas, no encontraría nada. Y nos quedamos así…


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