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Tirarse a la pileta

“Antes de tirarse a la pileta, siempre es bueno, ver si hay agua” dice el consejo popular. En nuestra ciudad este consejo no parece ser tenido en cuenta por los candidatos a la Intendente Municipal, que suman su esfuerzo político, para que la obra de la pileta no se paralice y para que el Estado aporte unos $ 4.000.000,00 que parecen faltar para que la misma se finalice.

Ahora bien, cuando uno escucha por los medios locales aseverar que faltan cuatro millones de pesos para terminar la obra, trata de imaginar, que pudo haber pasado para que –con la estabilidad que reina en el país- y habiendo aportado el Estado provincial, el monto presupuestado por la cooperativa, hoy nos digan que no alcanzó y que si no se aporta una cifra prácticamente similar a la presupuestada inicialmente para el total de la obra, la misma va a continuar paralizada.

En la Cotecal, para variar, buscaron el responsable de semejante desajuste, en factores externos, las variaciones de precios, los atrasos del gobierno en pagar las certificaciones, los aumentos en los sueldos de los trabajadores, etc., etc., etc., no hay para este consejo de administración, ninguna responsabilidad en los que gestionaron el proyecto.

Y no es que uno no sea conciente de que los precios y los costos en nuestra argentina sufren cotidianamente variaciones, pero también es cierto que, a propósito de ello, cuando uno analiza una inversión y debe presupuestarla, debe tener en cuenta esas variaciones.

Pero el tema de fondo, a mi entender, no pasa por si los precios variaron en estos dos años en un ciento por ciento o si lo que pasó fue que los que presupuestaron la obra hicieron mal los cálculos, el tema de fondo es que, como se trata de fondos públicos, a uno no le alcanza con que le digan que pasó tal o cual cosa, uno necesita que demuestren o que le muestren los números, para verificar objetivamente lo que pasó.

Que aprovechando el Boletín mensual que pagamos todos los asociados, publiquen los datos en que se gastó la plata aportada, cuanto cobraron los empleados de la construcción, cuanto se gasto en materiales, cuanto cobra el profesional que dirige la obra, etc. Que nos digan cuales eran los precios presupuestados y cuales los que se tuvieron que pagar. Quienes fueron los proveedores y cuales son los mecanismos que se usaron para realizar las compras. Y no es que uno se imagine en esta obra un caso Skanka más, sino simple curiosidad o si se quiere doble interés, el de un ciudadano que se interesa por como se manejan los fondos públicos y el de un socio de una cooperativa, preocupado por el prestigio de la institución de la que se considera parte.

Y a los candidatos gestores, Osorio y Caro, habría que aconsejarles, que no se tiren a la pileta de la cooperativa, porque ya no hay agua, que ya pasaron los tiempos en los que alguno podía sacar provecho dándole una mano a la otrora prestigiosa institución. Que es cierto que la comunidad necesita que la obra se termine y que se ponga –sin tantos vericuetos burocráticos- al servicio de toda la población, pero ello no se puede hacer a cualquier precio, sobre todo cuando ese precio lo pagamos entre todos.

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