La gente tiene derecho a mantener su residencia en el lugar donde tiene sus relaciones sociales, en sus entornos significantes, o a tener otro de su libre elección.
Toda persona que vive en un lugar que ha contribuido a construir, en el que está arraigada y que proporciona sentido a su vida, debe poder continuar viviendo en él y tienen derecho al re-alojo en la misma área si ésta es transformada por medio de políticas de desarrollo urbano o de rehabilitación de hábitats degradados o marginales.
Las autoridades locales protegerán a las poblaciones vulnerables que puedan sufrir procesos de expulsión por parte de las iniciativas privadas.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
domingo, junio 25, 2006
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