Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
domingo, junio 25, 2006
Derecho a la ilegalidad
Paradójicamente, tanto los colectivos sociales como, a veces, las instituciones locales deberían asumir el costo de promover iniciativas ilegales o a-legales para convertir una demanda no reconocida en un derecho legal (p.ej. para obtener la reversión de uso de espacio público congelado por una institución estatal). Es decir, se trata de demandas que pueden considerarse legítimas, aunque no sean legales.
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