Despreocupado, silencioso, sin rumbo.
Acostumbrado a transitar mí inexplicable existencia sin brújula, a permanecer cerca de la costa pero sin
sentirme tentado a amarrar mí destino a sus pobres matorrales, así anduve, un tiempo que no puedo mensurar por esa costumbre de no usar un reloj que tengo.
La deriva fue
mi seguridad.
No lo esperé. Ni siquiera pude imaginar que, una fría mañana de
invierno, iba a quedar así, congelado en esta imagen, que habla más de lo que alguna vez fui, que
de lo que añoraba ser.
No sé si es bueno observar qué fuimos. Quizá sea positivo hacer algún repaso rápido, pero corremos el riesgo a congelarnos en la contemplación. Es difícil seguir camino así.
ResponderBorrarUn abrazo
Es dificil seguir el camino asi...Tal vez ese sea el deafío...
Borrar