Llegué a la escritura motivado por una búsqueda, en principio inconsciente, que se corporizó en mí cuando empecé a tener noción de lo que representaba el haber nacido en un campamento petrolero. Un lugar que, a la vez, era ningún lugar; un hábitat en el que, el único rasgo permanente, estaba conformado por lo provisorio. De hecho, mi permanencia en Cañadón Seco, duró lo que pudo haber durado la convalecencia posparto de mi madre. La imagino a ella llevándome en brazos, en el transporte de Mottino y Acuña, mezclada entre los obreros que regresaban a Caleta Olivia. Apenas unas horas de vida tenía y ya formaba parte de un colectivo. Un colectivo de obreros, llegados de todos lados buscando el amparo de eso que se erguía como una sigla que, en ese tiempo, todo lo podía: YPF. —Nacido en Cañadón Seco —decía cuando me preguntaban— y criado en Caleta Olivia —agregaba en el intento de transmitir alguna certeza acerca de mi origen. Empecé a pensar en esto cuando me vine a vivir ...
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
Creemos que no mostramos lo que somos, pero la realidad supera siempre a cualquier ficción imaginable. No voy a negar, que existen seres dispuestos a creernos lo que nos inventamos de nosotros.Son aquello que tambien nos están mientiendo.
ResponderBorrarElijo siempre la verdad.
A los témpanos, antes que emularlos, prefiero contemplarlos respetuosamente.
Interesante la metáfora y la mentira.
metáfora entre témpanos y mentira...eso quise decir, bueno! escribir
ResponderBorrarViste como nos mentimos? Hacemos de éste espacio un espacio real...
en ese robot intentan convertirnos. y yo, que no me resigno a perder el optimismo, sigo creyendo que esa máquina se puede romper. y ojalá. un beso!
ResponderBorrarA veces el querer decir se deja invadir y es ahì en donde dudamos en como nos ven, tal vez es a´`i en donde naciò esta letra de divididos: fia la chapita; porrón en palomar cruzando la vía pa' poderla pasar.
ResponderBorrarqué ves? qué ves cuando me ves?
cuando la mentira es la verdad
qué ves? qué ves cuando me ves?
cuando la mentira es la verdad
...
ResponderBorrarLo acepto, así yo soy.
La fragilidad se encuentra atravezando el témpano.
Gracias por tu visita.
Mafalda
He leido detenidamente todos tus tempanos. Me ha maravillado esta naturaleza, estos colores, i paisajes.
ResponderBorrarTu elocuencia sabia, tu modo de ver todo el entorno, me han fascinado. Aunque no lo creas eres muy afortunado de habitar estos parajes, i de ver, aunque sea solo cuando los turistas os dejan, la vida del lago en todos sus matices. Magníficas fotos. Un reporeje en suma, muy cualificado. Enhhorabuena!
Es un paisaje compartido y eso tiene como todo cosas gratificantes y otras no tan saludables para el lugar.
ResponderBorrarMe gusta mucho este texto. No había pensado en esto, ser como un témpano y no relacionar la idea con el frío y la indiferencia, sino con el no mostrarnos al mundo.
ResponderBorrarAhora voy a estar pensando en eso por unos días seguramente, ¿seré témpano yo?
Ah, te quería decir también que enlacé tu blog en el mío, así no se me pierde la dirección y vengo seguido.
ResponderBorrarUn abrazo.