No tenia la más mínima idea de cómo seguir, confundido, avancé varios pasos solo para sentir que estaba avanzando, aunque en el fondo supiera que no iba a ningún lado. Busqué y busqué, sin saber bien que. De a poco, muy lentamente -para lo que yo estaba acostumbrando- me fui adentrando en mí y comencé a reconocerme.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
Asi es como uno llega a si mismo, lentamente y muchas veces sin saber que busca. Lo que si es seguro, es que uno va a sorprenderse.
ResponderBorrarLa vida siempre nos sorprende, y a veces la sorpresa es uno mismo.
ResponderBorrarBesos
Un momento para celebrar, detenerse, y seguir por más. Un beso!
ResponderBorrarcon esta manía que tengo a veces de volar a esa búsqueda interior yo la llamo sobrevolarme
ResponderBorrarestamos "condenados" a encontrarnos aunque para ello sea necesario perderse mas de una vez...
ResponderBorrarSaludos desde Montevideo.
Luis
Qué foto tan chula, ¿Dónde la hiciste?
ResponderBorrarEs cuestión de madurar (por el verde, digo)...
Un besazo
Cuando la naturaleza nos muestra una sonrisa tan claramente, es porque se está recorriendo un camino seguro.
ResponderBorrarAbrazo!
Un blog interesante.
ResponderBorrarCon tu permiso nos iremos viendo por aquí....
Salu2
muy bueno el poder verse y reconocerse!!!!!!!!!!!!!!! a veces hay que ir muy lentamente.....
ResponderBorrarun gusto!
Siempre estamos en esa constante búsqueda interior, lo importante es aprender a reconocernos, para no entrar en circulos cerrados que nos atormenten.
ResponderBorrarUn abrazo