Chubascos de nieve decía el pronóstico. Y era imposible
imaginar que el servicio meteorológico acertara. La mañana –que me tuvo a las
vueltas haciendo trámites- eran tan agradable y soleada, que ni se me ocurrió
cargar entre manos un abrigo extra.
Otro día primaveral, dije. Y así anduve.
Pero a media tarde, todo cambió.
El viento del oeste empezó a soplar. Viento que nace en el Pacífico,
que atraviesa la cordillera en donde descarga su humedad y se refrigera para
llegar por estos lados como un aire acondicionado natural que lo enfría todo.
Viento que me recuerda que estoy en la Patagonia, en donde las cuatro
estaciones pueden amarrar en un solo día.
Creo que eso es lo que más me atrapa de este territorio. Lo
imprevisible de su clima y de su gente.
Si, creo que la gente –por estos lados- también es bastante
imprevisible.
A veces pasan tiempos –que para algunos resultan eternos-
sumergidos en una calma propia de los cementerios y, de repente, embravecen y
pueden arrasar con todo.
Somos moldeados por el clima.
me encanta ese clima!!!
ResponderBorrarlo frio... me derrite.
que contrariedad no?
saludos!
Siempre es saludable es más saludable el frio, mientras uno tenga con que abrigarse.
ResponderBorrarAlberto:las cuatro estaciones , dicen, también acaecen en cada uno de nosotros en un sólo día también...
ResponderBorrarLindo y poético tu blog.
Aquí está ya muy cerca el invierno... En absoluto llega a ser tan frío como el que se aprecia en las estupendas fotografías de su blog pero de alguna forma ya lo estoy temiendo...
ResponderBorrarUn abrazo... ( y la próxima vez no olvide ese abrigo...)
Hola alberto
ResponderBorrarComo si me hablaras de la Ciudad de México: en un día las cuatro estaciones climáticas. En cuanto a los efectos que esto pueda causar en la gente (no me refiero a los físicos o de salud), creo que hay quienes sí tienen variaciones en su ánimo y la lluvia, por ejemplo, los pone tristes.
Saludos y gracias por pasar a mi blog