Ir al contenido principal

Conservar

Todo lo que alguna vez imaginé, me parece poco. No se si será el paisaje de fondo o el frío otoñal que acaricia nuestras almas, pero no recuerdo haberte sentido tan cerca. No necesito trinar. No necesito volar. Quisiera –tal vez egoístamente- conservar de alguna manera este momento. Detener el tiempo. Darle a mis sentimientos una tregua. Despejar las angustias que el futuro siembra en mí, para pensar -por un instante- que esto puede ser siempre así.

Comentarios

  1. el deseo de detener esos instantes no es egoísta...es un deseo inevitable

    la fotografía es una preciosidad

    ResponderBorrar
  2. Los dos de la foto añadirían: solos tú y yo....con estos sentimientos.
    Besos (preciosa foto)

    ResponderBorrar
  3. Conservar el amor, conservar el encanto, conservar la naturaleza. La revolución en espacios naturales es ser conservador. Abrazo.

    ResponderBorrar
  4. Conservar los buenos momentos, es una necesidad!!

    Abrazotes!

    ResponderBorrar
  5. ... no hay nada que lo impida... lo que más temor nos da es saber que sólo nosotros tenemos las riendas de nuestro futuro...

    Abrazos.

    ResponderBorrar
  6. Yo metería los buenos momentos en bolas de cristal, para luego mirarlos una y otra vez, y volver a sonreír.
    un abrazo

    ResponderBorrar
  7. Hermosísima fotografía-.Imprtante reflexión que debemos llevar con nosotros cada día. Saludos.

    ResponderBorrar
  8. en lo que escribis creo leer algo que me pasa cada vez que me siento muy feliz..querer que el tiempo se detenga y la conciencia de la muerte (quizas asocio tu "futuro incierto" con "el futuro")
    Espectacular la foto...

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Vueltas

Escribir   un     rezo para un Dios    inexistente   Inventarme    un Dios       al cual rezarle sin fe   Encontrar    una fe       que no esté presa de una religión   Profesar   una religión      en la que no haga falta          rezar para huirle a la angustia que me acompaña desde que no estás

No ser

Llegué a la escritura motivado por una búsqueda, en principio inconsciente, que se corporizó en mí cuando empecé a tener noción de lo que representaba el haber nacido en un campamento petrolero. Un lugar que, a la vez, era ningún lugar; un hábitat en el que, el único rasgo permanente, estaba conformado por lo provisorio. De hecho, mi permanencia en Cañadón Seco, duró lo que pudo haber durado la convalecencia posparto de mi madre.  La imagino a ella llevándome en brazos, en el transporte de Mottino y Acuña, mezclada entre los obreros que regresaban a Caleta Olivia.  Apenas unas horas de vida tenía y ya formaba parte de un colectivo. Un colectivo de obreros, llegados de todos lados buscando el amparo de eso que se erguía como una sigla que, en ese tiempo, todo lo podía: YPF. —Nacido en Cañadón Seco —decía cuando me preguntaban— y criado en Caleta Olivia —agregaba en el intento de transmitir alguna certeza acerca de mi origen. Empecé a pensar en esto cuando me vine a vivir ...