Se respira naturaleza. Camino entre los nogales y me dejo arrullar por el canto de los pájaros. Cada paso que doy me impulsa con una energía que en pocos lugares he percibido. Hacia fondo las sierras de los comechingones se muestran con todo su atractivo. Doy unos pasos más y sin previo aviso estoy en medio de un lugar que me obliga a parar. En mi cabeza dan vuelta imágenes que buscan palabras y siento la necesidad de parar porque siento que esas palabras están a mano en este preciso lugar. Busco entre el follaje un lugar para sentarme y trato de imaginar el momento en el que tantas voluntades sintieron lo mismo que yo y decidieron ponerle nombre a esa extraña costumbre de los hombres de juntar palabras para dibujar sentimientos. La Plaza de los Poetas puedo leer. El paisaje que se observa podría ser una metáfora de cómo –a pesar de la maleza- la escritura sobrevive y crece.
Estaba sentado en la confitería de la terminal. Lo reconocí, aunque no había leído hasta ese momento ninguno de sus libros. Era Peña, el escritor, Héctor Rodolfo “Lobo” Peña. Había escuchado hablar de él, de sus premios y de la Trágica gaviota patagónica, su libro más mentado. Nos saludamos con un ligero movimiento de cabeza y, sin decir nada, seguí con mis cosas. Pasaron más de veinte años de ese momento. Peña ya no está entre nosotros. A mí me quedó la imagen solitaria, como ensimismada, de él, sentado en la confitería; y me quedaron sus libros, los que, a medida que fui leyendo, fueron incrementando mi entusiasmo por su producción literaria. Incursionó en todos los géneros y en todos lo hizo con la misma vocación: la de ser fiel a su estilo. Los pájaros del lago fue el primero que leí. La trama tiene todos los condimentos de thriller. La historia me atrapó desde la primera página. Ambientada en la zona del Lago Argentino, los personajes y los lugares en los que acontecían los he...
preciosa descripción. estuve ahi con pastito mas cuidado. ahora parece mas "de verdad".
ResponderBorrarque lindo decis!
¡Qué bien se debe de estar sentadito ahí entre el follaje! Besos
ResponderBorrarcomo con las palabras ocurre con las plantas
ResponderBorrarhay personas que tienen buena mano con las plantas, como un don
otras tienen que dedicarle mucho esfuerzo para que crezcan, alimentándolas y alejando las malas hierbas
otras las ignoran
siempre existira la maleza...y plantas que crecerán pese a ella
La escritura siempre perdura, simplemente porque nuestra alma danza al escribir.
ResponderBorrarMe gusta esa plaza, y las palabras que la cobijan.
Un abrazo.
M
Purita vida la que desprende tu entrada. Me encantó. Un abrazo!!
ResponderBorrarhay vida más allá de todo, y de cada puerta...abramos las ventanas!! saltemos, abramos las puertas!!!
ResponderBorrarHermoso. Qué ganas de andar por ahí!
ResponderBorrarQue bonito paisaje para escaparse y disfrutar de la naturaleza.
ResponderBorrarBesos.
quiero escaparme e ese sitio!!!
ResponderBorrarrelaaax!!
muaaa
Qué maravilla, un rincón donde crece la inspiración!!
ResponderBorrarUn besito