El teléfono sonó un rato después de que la ambulancia se llevó al abuelo. Necesito hacer una consulta, dijo el médico que recibió al paciente. Si lo escucho le dije, a pesar de que mi función era solo administrativa. El cuadro es muy complicado, perdió mucha sangre y su hígado está muy dañado. En síntesis, podemos intentar hacer algo, pero con muy pocas probabilidades de que sobreviva. Lo escuché con atención y pregunté que podíamos hacer. En principio derivarlo, me dijo, para lo cual me tienen que dar la autorización y hacerse cargo de los gastos. Por eso nos llama doctor, pregunté. No, no, contestó un poco nervioso, mi duda es si realmente vale la pena destinar la poca plata que ustedes manejan para lo que parece un caso perdido, dijo y no agregó nada más. Fueron algunos segundos en los que a mi mente vino la imagen del interno. Tipo mañoso, complicado y que poco hacia para entenderse con los demás abuelos. Prepare tranquilo la derivación contesté, ya le acerco la autorización y colgué. Un par de meses después, entró al hogar de ancianos caminando, con muchos kilos menos y una sonrisa que –hasta ese momento- no le conocíamos.
Estaba sentado en la confitería de la terminal. Lo reconocí, aunque no había leído hasta ese momento ninguno de sus libros. Era Peña, el escritor, Héctor Rodolfo “Lobo” Peña. Había escuchado hablar de él, de sus premios y de la Trágica gaviota patagónica, su libro más mentado. Nos saludamos con un ligero movimiento de cabeza y, sin decir nada, seguí con mis cosas. Pasaron más de veinte años de ese momento. Peña ya no está entre nosotros. A mí me quedó la imagen solitaria, como ensimismada, de él, sentado en la confitería; y me quedaron sus libros, los que, a medida que fui leyendo, fueron incrementando mi entusiasmo por su producción literaria. Incursionó en todos los géneros y en todos lo hizo con la misma vocación: la de ser fiel a su estilo. Los pájaros del lago fue el primero que leí. La trama tiene todos los condimentos de thriller. La historia me atrapó desde la primera página. Ambientada en la zona del Lago Argentino, los personajes y los lugares en los que acontecían los he...
Esa sonrisa valdría tanto la pena como la belleza de esta fotografia...Besos
ResponderBorrarese paisaje es maravilloso
ResponderBorrarno todos pueden además de disfrutarlo, captarlo
al igual que pocos hubiesen visto esa sonrisa, que todos miran pero pocos ven
¡De vuelta a la normalidad! Perdón por mi ausencia, estuve de "mini-vacaciones" Un besito!!!
ResponderBorrarQuizá el verse tan cerca de la muerte, le animó a disfrutar el tiempo que le quedaba con un anímo nuevo, de ahí la sonrisa...
ResponderBorrarHiciste lo correcto. Y ganaste a un abuelo.
ResponderBorrarMuak
Una sonrisa así merece la pena!!!
ResponderBorrarhace mucho q no pasaba por aca... como lo extrañaba! q lindo relato.
ResponderBorrarY la luna sigue saliendo a pesar de todo!
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