Saltó por la ventana del segundo piso del hospital, dice la noticia. No encontró, no buscó, o (desbordado por la desesperación) creyó ver en ese vacío una salida de emergencia...
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
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Zafar
-Cuántas veces te lo tengo que decir, -dijo zamarreándolo de la remera- no quiero verte más en esa esquina jugando con esos atorrantes, que ...
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Es difícil imaginar como se lee desde el lugar del gobernante una derrota. Pero voy a arriesgar un escenario posible: imagino al Gobernador ...
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Cuando reflexionamos sobre las cuestiones a tener en cuenta a la hora de formular proyectos sociales que puedan ser considerados exitosos en...
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Una pareja pasa por la costanera. Van abrazados, como si sintieran frío. Es raro, en estos tiempos, ver parejas que caminen abrazadas. Ella...
Paradojal, pero real. A veces puede ser la salidad equivocada, o la justa para cuando se ha perido todo interés por vivir. Un abrazo. carlos
ResponderBorrarcuando el vacío es el horizonte
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