Siempre dijo ser el amor de su vida. Tal vez por eso lo dejó. No estaba preparada para vivir un amor en bajada.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
viernes, mayo 28, 2010
martes, mayo 11, 2010
Oveja negra
Es difícil no sufrir, no sentir la distancia con los demás, no pensar en el por qué te ha tocado a tí este camino de soledad ¿Cual es el precio que se paga por ser diferente?, por no confundirse entre las majadas de ovejas blancas, por distinguirse entre tanta uniformidad. Hay días en los que, en sueños, me veo correteando entre el montón, pero al despertar, vuelvo a mi realidad. Es ahí cuando me digo: acepta tu destino, haz tu propio camino, vale pena intentar ser uno mismo.
lunes, mayo 10, 2010
Regalo
Levantarse. Correr las cortinas. Esperar el amanecer. Poner la pava. Encender la computadora. Sentir que el invierno se acerca. Las luces de la ciudad aun sienten la noche. La nube que juega a quedarse. La luna que agradece a esa oscura realidad que le permite seguir iluminada en el horizonte. Los primeros mates me sacan el sueño. No pierdas nunca la capacidad de contemplar y asombrarte de las pequeñas cosas que te regala la vida, me dijo un amigo una vez.
jueves, mayo 06, 2010
Marea baja
Me encanta estar en tus costas viendo a las aguas bajar. Tirar piedras que rebotan -haciendo sapito- y resisten por un segundos antes de sumergirse en el mar. Dejar que los sonidos de tu oleaje -al mezclarse entre las piedras- me relajen. Me gusta sentir que tu encanto me embriaga y dejarme soñar.
domingo, mayo 02, 2010
Erosionado
Pensar que en mi memoria llevo el registro de estos muros recién construidos. Cuatro décadas mas tardes, parecen haber envejecido. Ya no pueden disimular las consecuencias que en sus paredes dejan los vientos patagónicos. La erosión progresiva va dejando las hileras de bloques sin juntas que las sostengan. Se me ocurre pensar, que representan de alguna forma las otras construcciones que fuimos haciendo a lo largo de nuestra corta vida. Un testimonio de cómo la intemperie social -que nos caracteriza a los sureños- puede desgastar hasta las voluntades mas sólidas.
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