Ansiedad de mí, siento, dijo la chica que atiende la panadería
mientras envolvía las medialunas. De no poder encontrarme. De terminar con mi
existencia desparramada en la cama como si fuera una frazada que no cubre a
nadie ya con su calor. Son veinte pesos, dice y se queda esperando que busque
en mi bolsillo la plata para pagarle.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
jueves, noviembre 28, 2013
viernes, noviembre 15, 2013
Entender
Hagamos como si fuera un juego. Aflojémonos un poco y
pensemos en cualquier cosa. La vida está resultando bastante complicada como
para tomársela en serio. Y encima, si te pones serio, puede que con ello solo
la estés arruinando un poco más ¿Qué no me entiendes? Bueno, el no entender
puede ser un buen síntoma. Puede hacer bien el no entender o por lo menos el
aceptar que hay cosas que escapan a la comprensión de uno. Yo a veces tampoco
te entiendo, pero hago como si nada.
martes, noviembre 12, 2013
Distraída
No te preocupes, dijo, ella suele andar así, como distraída de
esta vida. Uno puede ir dando clarinadas como tero y ella hará como nada. Hubo
un tiempo en el que tuve la ligera sospecha de que algún problema la acuciaba o
que –tal vez- acarreaba alguna sordera o miopía de niña que le impedía darse
cuenta de mi estruendoso pasar. Pero no, nada de eso parece ser. Dijo esto y se
quedó pensativo, refregándose el mentón con la mano, con la mirada un poco
triste de quien arrastra una nostalgia de esas que ya pintan a melancolía.
viernes, noviembre 08, 2013
Vivo
Demasiada controlada tu vida, me dijo, con esa voz que casi
parecía un susurro. Tienes que soltarte un poco, dejar que las cosas pasen,
soltar amarras sin tener que andar hurgando en los pronósticos que anticipan
tormentas. Las tormentas más bellas, las que más nos enriquecen, son aquellas
que no esperamos, que no sabemos que vendrán, que nos toman por sorpresa. Ahí se
aprende en serio a vivir, insistió, ahora con un tono más imperativo. Eso sí,
dijo, ahora en un tono más reflexivo, ten en cuenta que la mejor tormenta es aquella
de la que sales vivo.
lunes, noviembre 04, 2013
Letra por letra
¿Cómo haces para escribir tan bien? le pregunté mientras repasaba esos textos
escritos en un ajado cuaderno que funcionaba como bitácora de viaje.
No es muy complicado, dijo,
lo hago como todo el mundo: letra por letra.
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