Demasiada controlada tu vida, me dijo, con esa voz que casi
parecía un susurro. Tienes que soltarte un poco, dejar que las cosas pasen,
soltar amarras sin tener que andar hurgando en los pronósticos que anticipan
tormentas. Las tormentas más bellas, las que más nos enriquecen, son aquellas
que no esperamos, que no sabemos que vendrán, que nos toman por sorpresa. Ahí se
aprende en serio a vivir, insistió, ahora con un tono más imperativo. Eso sí,
dijo, ahora en un tono más reflexivo, ten en cuenta que la mejor tormenta es aquella
de la que sales vivo.
Cuando miro las fotos de los frigoríficos —ese primer intento de desarrollo industrial, que surgió como complemento del oro blanco que representó la lana ovina—, no me pregunto por qué dejaron de funcionar, porque eso tiene relación con factores externos a nosotros. Lo que me provoca —el entrecruzamiento de fotos de “ estas ruinas, impregnadas de la temporalidad” (1) , que reflejan un momento de la ocupación capitalista del territorio—, es pensar en cómo, el abordaje del pasado, puede ayudarnos a entramar los hilos de un futuro que no deja de ser incierto. ¿Son estas fotos un espejo en el que nos podemos mirar para empezar a reconocernos? Ahí se me aparece, Florida Blanca, ese asentamiento español, que -cuando deciden abandonarlo- lo prenden fuego. Imagino al aónikenk observando esa escena. Ellos que eran nómades por naturaleza, que más tarde sucumbieron frente al proceso de colonización de la tierra, tratando de entender, el porqué de esa destrucción. Pienso tambien en los ...
Primero:
ResponderBorrarGracias por tu chapoteo en la Orilla.
Segundo:
Gracias por traer a Sara Cohen y a mi querida Alejandra de la mano tan pasionalmente arrebatadas.
Y tercero:
Gracias por haber puesto el cebo y que tras él haya llegado hasta este rincón del mundo tan hermoso.
Tus fotos... una maravilla!
Tus textos, breves e intensos.
Las tormentas... tienes razón, las que no esperamos son las que nos hacen gigantes luchando contra ellas, o en ellas, o con ellas...
Yo estoy dentro de una de ellas, aún no sé cómo saldré de ella, o si me atrapará...
Un abrazo!
;)
Inquietante tu prosa y gracias por pasar por esta orilla lacustre....
ResponderBorrarSi morir es el precio a pagar por vivir, vale la pena pagarlo. Ser un mero observador de la vida no aporta reales satisfacciones y, al final, uno siempre acaba muriéndose.
ResponderBorrarUn abrazo