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Héctor Rodolfo Peña

El 17 de julio de 2003 falleció, en El calafate, el escritor Héctor Rodolfo Peña. Podemos decir de él que publicó cuatro libros de poemas, tres de cuentos, siete novelas y un libro de aforismos, lo que representa la obra literaria más significativa que tenemos los santacruceños.

En la búsqueda en internet de datos biográficos de su persona, encontré que solo aparecen menciones en algún blog literario y alguna que otra referencia de sus libros, los que pueden comprarse como usados.

En una Feria Provincial del libro, coincidí con Mario Echeverria Baletta, el que me facilitó, para que fotocopiara y digitalizara, el archivo de más de doscientos recortes de diarios, apuntes, borradores, escritos mecanografiados, y algunas fotos del “Lobo”, que él fue atesorando con el paso del tiempo.

Es así que surge la idea de publicar un blog: https://homenajeallobo.blogspot.com/ , como una manera de acercar, a este tiempo, el pensamiento de Peña. Y en un intento también de conocer un poco más de lo que fue ese hombre santacruceño, que a decir de Flora Rodriguez de Lofredo se nos presentaba como “… temperamental, tajante en tus apreciaciones, duro en la valorización extrema, pero real en el sentimiento…”.

Me propuse rememorar al Peña aviador, el que siendo chico viera aterrizar, en El Calafate, a los Junkers: “fuselaje de chapa acanalada -o parecido- y alas de color naranja, o rojiza. Tres tremendos motores, y recuerdo sus nombres, porque en aquellos tiempos (1940) de la Aeroposta Argentina eran cuatro los Junkers que surcaban estos cielos territoriales: Tierra del fuego, Pampa, Ibaté y Ona. Y no podemos olvidar al chasqui aéreo de Norberto (Fernández) y Gregores”.

Saber que su compromiso con el tiempo que le tocó vivir siempre fue más allá de lo literario, que no le esquivaba a la realidad, sino todo lo contrario, lidiaba con ella y sus transformaciones buscando siempre abrir una puerta de esperanza. Traer al presente al Peña que aseguraba que “Ser indiferente ante el hecho o avatar político puede llegar a convertirse en una suerte de suicidio ciudadano, entregando los derechos adquiridos por abulia irresponsable”.

Acercarnos al Peña que desde chico dibujaba, pensando que, tal vez sea por ello que uno encuentre en sus libros tantas y tan nítidas imágenes. El “Lobo” poseía esa capacidad innata de describir, no solo el paisaje sino la condición humana. Era así que le compartía a Mario Echeverría, para sus dibujos, algunas de sus ideas: LA TAPA DEL LIBRITO: Una cabeza de rasgos simples, modernista, trunca en la frente -ahí como si estuviera serruchada la tapa de los sesos-, y en vertiginoso giro alrededor de la cabeza, por ejemplo: …una lámpara ardiendo…una tumba (todo más o menos bosquejado, incompleto y rayado circularmente, para dar la sensación de que GIRA). También pueden “ir girando” un libro abierto, un par de ojos bien asombrados y un revolver o unas hojas de laurel…en fin, algo medio “locura”.

Conocer a Peña desde esa sensibilidad que le permitía (cuando quedaba todavía un trecho largo por recorrer a la hora de hablar de derechos de la mujer) confrontar a la historia y rescatar el valor de las mujeres que poblaron el territorio, proponiendo, a manera de homenaje, rescatar esos nombres femeninos y perpetuarlos en calles o avenidas: “Fueron madres de pueblos y aun de ciudades. Fueron motor y paño de lágrimas de no pocos varones aguerridos. Fueron madres en el más excelso sentido de la palabra, y también educadoras, maestras de artes y oficios, enfermeras y samaritanas sin saberlo”.

Fue periodista, poeta, cuentista, compositor, novelista, dibujaba y también, entre sus preocupaciones estaban la ecología, la aviación, el turismo, la historia, el futuro y muchos temas más que nos hablan de un Peña cuya obra nos interpela con una vigencia que conmueve.

A decir de Mirta Espina: Pareciera que hoy estamos condenados a que sus palabras pervivan en letras, que nos trascienden en el tiempo. Para que “al sur de la estridencia de las cosas” el Lobo siga cosechando amigos y su sensibilidad continúe impactando en las generaciones venideras… y esto quizás sea lo más mágico. Hoy apretamos los puños por su ausencia, pero sus palabras quedaran, incluso, más allá de nosotros.



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