En su pueblo, en la provincia de Buenos Aires, la mayoría de sus compañeros se interesaban por el campo y la explotación ganadera y los que salían a estudiar, buscaban carrera como medicina o abogacía. Cuando le dijo a su madre que quería estudiar turismo, esta hizo lo que solía hacer siempre, la abrazó y con entusiasmo – a pesar de no entender muy bien de que se trataba- le dijo “bien hija, me parece muy bien que pienses en seguir estudiando, para que puedas hacerte un futuro mejor que el de tu madre”. Desde ese día, aunque todavía le faltaba un año para egresar de la secundaria, toda su cabeza se centró en cumplir con la meta de ser Licenciada en turismo. Los fines de semana, no salía, prefería quedarse en casa y ayudar a su madre que trabajaba toda la semana como cajera del supermercado. Repasaba libros de geografía para ubicarse mejor en el mundo que la estaba esperando y se sacudía la cabeza cada vez que se cruzaba con su vecino Andrés, para no dejarse asaltar por esos deseos de acercarse a él, que la invadían.
Estaba sentado en la confitería de la terminal. Lo reconocí, aunque no había leído hasta ese momento ninguno de sus libros. Era Peña, el escritor, Héctor Rodolfo “Lobo” Peña. Había escuchado hablar de él, de sus premios y de la Trágica gaviota patagónica, su libro más mentado. Nos saludamos con un ligero movimiento de cabeza y, sin decir nada, seguí con mis cosas. Pasaron más de veinte años de ese momento. Peña ya no está entre nosotros. A mí me quedó la imagen solitaria, como ensimismada, de él, sentado en la confitería; y me quedaron sus libros, los que, a medida que fui leyendo, fueron incrementando mi entusiasmo por su producción literaria. Incursionó en todos los géneros y en todos lo hizo con la misma vocación: la de ser fiel a su estilo. Los pájaros del lago fue el primero que leí. La trama tiene todos los condimentos de thriller. La historia me atrapó desde la primera página. Ambientada en la zona del Lago Argentino, los personajes y los lugares en los que acontecían los he...
me encantaria saber que sigue.. besos
ResponderBorrarque apoyo tan bonito y especial madre-hija, hija-madre
ResponderBorrarLas determinaciones mas importantes solemos tener que tomarlas en momentos en los que muchos no estamos preparados. Lo bueno es aprender que las mismas nunca son para toda la vida.
ResponderBorrarSaberlo relaja, hace que uno sepa que mañana se puede cambiar.
No es lo que habitualmente nos enseñan.
Deberá sentirse orgullosa de sí misma al igual que está su madre,
ResponderBorrarllegó a la meta que se propuso,
está en condiciones de poder
programar nuevos objetivos.
Besos.
Pero hay deseos que no se pueden ocultar por mucho tiempo. Además, que yo sepa el amor y el turismo son perfectamente compatibles!!! :)
ResponderBorrarQué lindos los flamencos!!!
Besotes