“Estamos muy lejos de las Malvinas” preguntó otro pasajero, ya de regreso de su guiada numero cuarenta. Si, está muy lejos, contestó, un poco desganada, pero siempre sonriente, esperando que la combi llegue al pueblo y la libere de -un día más- de tener que repetir el mismo discurso, contestar las preguntas mas insólitas y soportar los reproches de los que siempre encontraban algo de que quejarse. El timbre del celular la sacó bruscamente de ese estado de apatía en el que se sumergía en los últimos tramos del viaje de vuelta del glaciar. Catorce mensajes de texto esperaban ser leídos en su bandeja. El celular no solo la despertaba, sino que, le recordaba que al salir de la ciudad, se quedaba casi ocho horas sin señal, situación esta que sus amigos y familiares parecían no entender, porque insistían en mandarle mensajes a toda hora, mensajes estos que perdían vigencia y que en muchos casos optaba por no contestar.
Estaba sentado en la confitería de la terminal. Lo reconocí, aunque no había leído hasta ese momento ninguno de sus libros. Era Peña, el escritor, Héctor Rodolfo “Lobo” Peña. Había escuchado hablar de él, de sus premios y de la Trágica gaviota patagónica, su libro más mentado. Nos saludamos con un ligero movimiento de cabeza y, sin decir nada, seguí con mis cosas. Pasaron más de veinte años de ese momento. Peña ya no está entre nosotros. A mí me quedó la imagen solitaria, como ensimismada, de él, sentado en la confitería; y me quedaron sus libros, los que, a medida que fui leyendo, fueron incrementando mi entusiasmo por su producción literaria. Incursionó en todos los géneros y en todos lo hizo con la misma vocación: la de ser fiel a su estilo. Los pájaros del lago fue el primero que leí. La trama tiene todos los condimentos de thriller. La historia me atrapó desde la primera página. Ambientada en la zona del Lago Argentino, los personajes y los lugares en los que acontecían los he...
Qué belleza de imagen
ResponderBorrarnos dejaste,esto compensa un poco la monotonía del trabajo.
Besos
Algunas veces eso de quedarse sin señal en el celular, es un momento afortunado...
ResponderBorrarCariños
Ro
Hola ALberto:
ResponderBorrarSin tiempo para leerte ahora, vengo a agradecerte tu coemntario en mi blog en el cual eres muy bienvenido siempre que lo desees.
Volveré con calma.
Abrazo
Supongo que tanto trabajo la estresa, pero a su vez hacerlo en lugares como ese le debe dar su cuota de relajación. Aunque a veces estás tan cansada que ni siquiera podés responder un msj.
ResponderBorrarSaluditos!
Adoro la sensación de no estar enganchada al móvil. Cuando voy al pueblo, desconecto y me encuentro a mí misma.
ResponderBorrarBesazos