“Estamos muy lejos de las Malvinas” preguntó otro pasajero, ya de regreso de su guiada numero cuarenta. Si, está muy lejos, contestó, un poco desganada, pero siempre sonriente, esperando que la combi llegue al pueblo y la libere de -un día más- de tener que repetir el mismo discurso, contestar las preguntas mas insólitas y soportar los reproches de los que siempre encontraban algo de que quejarse. El timbre del celular la sacó bruscamente de ese estado de apatía en el que se sumergía en los últimos tramos del viaje de vuelta del glaciar. Catorce mensajes de texto esperaban ser leídos en su bandeja. El celular no solo la despertaba, sino que, le recordaba que al salir de la ciudad, se quedaba casi ocho horas sin señal, situación esta que sus amigos y familiares parecían no entender, porque insistían en mandarle mensajes a toda hora, mensajes estos que perdían vigencia y que en muchos casos optaba por no contestar.
Cuando miro las fotos de los frigoríficos —ese primer intento de desarrollo industrial, que surgió como complemento del oro blanco que representó la lana ovina—, no me pregunto por qué dejaron de funcionar, porque eso tiene relación con factores externos a nosotros. Lo que me provoca —el entrecruzamiento de fotos de “ estas ruinas, impregnadas de la temporalidad” (1) , que reflejan un momento de la ocupación capitalista del territorio—, es pensar en cómo, el abordaje del pasado, puede ayudarnos a entramar los hilos de un futuro que no deja de ser incierto. ¿Son estas fotos un espejo en el que nos podemos mirar para empezar a reconocernos? Ahí se me aparece, Florida Blanca, ese asentamiento español, que -cuando deciden abandonarlo- lo prenden fuego. Imagino al aónikenk observando esa escena. Ellos que eran nómades por naturaleza, que más tarde sucumbieron frente al proceso de colonización de la tierra, tratando de entender, el porqué de esa destrucción. Pienso tambien en los ...

Qué belleza de imagen
ResponderBorrarnos dejaste,esto compensa un poco la monotonía del trabajo.
Besos
Algunas veces eso de quedarse sin señal en el celular, es un momento afortunado...
ResponderBorrarCariños
Ro
Hola ALberto:
ResponderBorrarSin tiempo para leerte ahora, vengo a agradecerte tu coemntario en mi blog en el cual eres muy bienvenido siempre que lo desees.
Volveré con calma.
Abrazo
Supongo que tanto trabajo la estresa, pero a su vez hacerlo en lugares como ese le debe dar su cuota de relajación. Aunque a veces estás tan cansada que ni siquiera podés responder un msj.
ResponderBorrarSaluditos!
Adoro la sensación de no estar enganchada al móvil. Cuando voy al pueblo, desconecto y me encuentro a mí misma.
ResponderBorrarBesazos