Sucedió, sí.
y quedó ahí
en mi interior
como algo que no sé decir,
que no puedo explicar,
un vacío
lleno de silencios
que me habita
un estar sin estar
un transcurrir
en un tiempo
que ya no es tiempo
siempre al borde
de suceder
sucederme…
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
Sucedió, sí.
y quedó ahí
en mi interior
como algo que no sé decir,
que no puedo explicar,
un vacío
lleno de silencios
que me habita
un estar sin estar
un transcurrir
en un tiempo
que ya no es tiempo
siempre al borde
de suceder
sucederme…
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