Todo comienza a girar en torno al campo de doma. Durante tres jornadas podremos ver a los competidores mostrar sus destrezas. Cada monta es un espectáculo aparte. El hombre sabe que en esta – a diferencia de las corridas de toros- él lleva las de perder. Mientras a pocos metros preparan al animal, aun costado, algún amigo le ajusta la bota hecha con cuero de potro. El dejo de confianza y seguridad que el jinete transmite tal vez tenga algo que ver con la fe en esa estampita que cuelga de su camisa.
Llegué a la escritura motivado por una búsqueda, en principio inconsciente, que se corporizó en mí cuando empecé a tener noción de lo que representaba el haber nacido en un campamento petrolero. Un lugar que, a la vez, era ningún lugar; un hábitat en el que, el único rasgo permanente, estaba conformado por lo provisorio. De hecho, mi permanencia en Cañadón Seco, duró lo que pudo haber durado la convalecencia posparto de mi madre. La imagino a ella llevándome en brazos, en el transporte de Mottino y Acuña, mezclada entre los obreros que regresaban a Caleta Olivia. Apenas unas horas de vida tenía y ya formaba parte de un colectivo. Un colectivo de obreros, llegados de todos lados buscando el amparo de eso que se erguía como una sigla que, en ese tiempo, todo lo podía: YPF. —Nacido en Cañadón Seco —decía cuando me preguntaban— y criado en Caleta Olivia —agregaba en el intento de transmitir alguna certeza acerca de mi origen. Empecé a pensar en esto cuando me vine a vivir ...
una vez vi una doma. me impresionó mucho, mucho, mal eh.
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