Hemos dado toda la vuelta. Desde aquí se puede apreciar en parte el conglomerado urbano que representó en los noventas el primer síntoma de crecimiento de la ciudad. Entre las viviendas residenciales uno puede encontrar pequeños y medianos hoteles, algún que otro restaurante. El paisaje no es uniforme, representa un poco la variedad de orígenes de sus habitantes.
Estaba sentado en la confitería de la terminal. Lo reconocí, aunque no había leído hasta ese momento ninguno de sus libros. Era Peña, el escritor, Héctor Rodolfo “Lobo” Peña. Había escuchado hablar de él, de sus premios y de la Trágica gaviota patagónica, su libro más mentado. Nos saludamos con un ligero movimiento de cabeza y, sin decir nada, seguí con mis cosas. Pasaron más de veinte años de ese momento. Peña ya no está entre nosotros. A mí me quedó la imagen solitaria, como ensimismada, de él, sentado en la confitería; y me quedaron sus libros, los que, a medida que fui leyendo, fueron incrementando mi entusiasmo por su producción literaria. Incursionó en todos los géneros y en todos lo hizo con la misma vocación: la de ser fiel a su estilo. Los pájaros del lago fue el primero que leí. La trama tiene todos los condimentos de thriller. La historia me atrapó desde la primera página. Ambientada en la zona del Lago Argentino, los personajes y los lugares en los que acontecían los he...
Que bello paisaje, parece recien salido de un cuento de navidad.
ResponderBorrarMil besitos!!!
De a ratos vengo siguiendo tus comentarios y hermosas imágenes de riquezas inigualables del planeta. Un abrazo y gracias por los aportes.
ResponderBorrarLas ciudades crecen y roban los espacios sagrados de la naturaleza...
ResponderBorrarAbrazos, Monique.
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ResponderBorrarPalabra tras palabra.
En esa libreta escribes el día a día. Me gusta como lo haces.
Las fotos siguen siendo increibles.
Sigo tus pasos.
Mafalda