Ir al contenido principal

Isla Solitaria III

Ya estamos sobre la parte oeste de la bahía. Desde aquí, la ciudad se ve distinta. A la cortina de sauces y álamos verdes concentrados en el la parte más antigua del pueblo, ahora la bordean nuevas construcciones, algunas de ellas levantadas solo para juntar los verdes aportes de la industria del turismo que motoriza toda vida de la ciudad. A la par nuestra, una cabalgata marcha a paso de hombre. Sobre la delgada capa de agua que persiste en la bahía, algunos flamencos, cisnes y patos disfrutan de la jornada.

Comentarios

  1. Y acá un viaje, me apetece unirme a esta travesía, parece que la del narrador a pie, aunque a caballo debe ser hermoso, con esa extensiones inmensas...

    Al paso para no perderse el paisaje ni los pájaros... y luego un trote largo para sentir el viento en la cara y la sensación de sentirse libre y un poco salvaje.

    Volveré. Un beso,

    ResponderBorrar
  2. Yo quiero subirme a uno de esos jamelgos y unirme a este maravilloso viaje.
    Que preciosidad de paisaje.
    Mil besitos!!!

    ResponderBorrar
  3. Que bonito lo cuentas,
    como par desear disfrutarlo.

    Besos.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

No ser

Llegué a la escritura motivado por una búsqueda, en principio inconsciente, que se corporizó en mí cuando empecé a tener noción de lo que representaba el haber nacido en un campamento petrolero. Un lugar que, a la vez, era ningún lugar; un hábitat en el que, el único rasgo permanente, estaba conformado por lo provisorio. De hecho, mi permanencia en Cañadón Seco, duró lo que pudo haber durado la convalecencia posparto de mi madre.  La imagino a ella llevándome en brazos, en el transporte de Mottino y Acuña, mezclada entre los obreros que regresaban a Caleta Olivia.  Apenas unas horas de vida tenía y ya formaba parte de un colectivo. Un colectivo de obreros, llegados de todos lados buscando el amparo de eso que se erguía como una sigla que, en ese tiempo, todo lo podía: YPF. —Nacido en Cañadón Seco —decía cuando me preguntaban— y criado en Caleta Olivia —agregaba en el intento de transmitir alguna certeza acerca de mi origen. Empecé a pensar en esto cuando me vine a vivir ...

La memoria espectral de los frigoríficos

Cuando miro las fotos de los frigoríficos —ese primer intento de desarrollo industrial, que surgió como complemento del oro blanco que representó la lana ovina—, no me pregunto por qué dejaron de funcionar, porque eso tiene relación con factores externos a nosotros. Lo que me provoca —el entrecruzamiento de fotos de “ estas ruinas, impregnadas de la temporalidad” (1) , que reflejan un momento de la ocupación capitalista del territorio—, es pensar en cómo, el abordaje del pasado, puede ayudarnos a entramar los hilos de un futuro que no deja de ser incierto. ¿Son estas fotos un espejo en el que nos podemos mirar para empezar a reconocernos? Ahí se me aparece, Florida Blanca, ese asentamiento español, que -cuando deciden abandonarlo- lo prenden fuego. Imagino al aónikenk observando esa escena. Ellos que eran nómades por naturaleza, que más tarde sucumbieron frente al proceso de colonización de la tierra, tratando de entender, el porqué de esa destrucción. Pienso tambien en los ...

Oveja negra

Es difícil no sufrir, no sentir la distancia con los demás, no pensar en el por qué te ha tocado a ti este camino de soledad Cuál es el precio que se paga por ser diferente, por no confundirse entre las majadas de ovejas blancas, por distinguirse entre tanta uniformidad.  Hay días en los que, en sueños, me veo correteando entre el montón, pero al despertar, vuelvo a mi realidad.  Es ahí cuando me digo: acepta tu destino, haz tu propio camino, vale pena intentar ser uno mismo.