Estamos en la orilla del lago. Este ha retrocedido tanto, que el muelle construido sobre su costa, quedó suspendido a varios metros del agua. La idea de lo inconcluso es lo primero que se me ocurre. En el pueblo, muchos proyectos se parecen a este muelle, han quedado inconclusos, es más, si uno lo piensa bien, hasta podría asegurar que es un poco el reflejo de lo que de alguna manera somos: una comunidad inconclusa, que solo adquiere sentido en aquellos meses de temporada alta, cuando los turistas desbordan por doquier.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
infelizmente etns toda a razão do que dizes
ResponderBorrarum beijo
Ahí está la gracia, ser inconcluso para no aburrirse. Si todo está acabado, ¿qué nos queda?
ResponderBorrarBonita foto, ¿qué lugar es?
Un beso