Hemos dado toda la vuelta. Desde aquí se puede apreciar en parte el conglomerado urbano que representó en los noventas el primer síntoma de crecimiento de la ciudad. Entre las viviendas residenciales uno puede encontrar pequeños y medianos hoteles, algún que otro restaurante. El paisaje no es uniforme, representa un poco la variedad de orígenes de sus habitantes.
Llegué a la escritura motivado por una búsqueda, en principio inconsciente, que se corporizó en mí cuando empecé a tener noción de lo que representaba el haber nacido en un campamento petrolero. Un lugar que, a la vez, era ningún lugar; un hábitat en el que, el único rasgo permanente, estaba conformado por lo provisorio. De hecho, mi permanencia en Cañadón Seco, duró lo que pudo haber durado la convalecencia posparto de mi madre. La imagino a ella llevándome en brazos, en el transporte de Mottino y Acuña, mezclada entre los obreros que regresaban a Caleta Olivia. Apenas unas horas de vida tenía y ya formaba parte de un colectivo. Un colectivo de obreros, llegados de todos lados buscando el amparo de eso que se erguía como una sigla que, en ese tiempo, todo lo podía: YPF. —Nacido en Cañadón Seco —decía cuando me preguntaban— y criado en Caleta Olivia —agregaba en el intento de transmitir alguna certeza acerca de mi origen. Empecé a pensar en esto cuando me vine a vivir ...
Que bello paisaje, parece recien salido de un cuento de navidad.
ResponderBorrarMil besitos!!!
De a ratos vengo siguiendo tus comentarios y hermosas imágenes de riquezas inigualables del planeta. Un abrazo y gracias por los aportes.
ResponderBorrarLas ciudades crecen y roban los espacios sagrados de la naturaleza...
ResponderBorrarAbrazos, Monique.
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ResponderBorrarPalabra tras palabra.
En esa libreta escribes el día a día. Me gusta como lo haces.
Las fotos siguen siendo increibles.
Sigo tus pasos.
Mafalda