Ir al contenido principal

Búsqueda II

Anduve y anduve. Sentía que el viento barría mi rostro y el frío me hostigaba con mensajes desalentadores. No vas a ningún lado, para que seguir así, sin mapa, sin ruta, sin brújula. La vida no es andar por andar. ¿Quien te dijo que hay un lugar? Hice una pausa. El bloque errático ofrecía soledad y la acepté. Pero no como refugio sino para poder levantar la vista e intentar ver un poco más allá. Difícil encontrar un sendero, una huella, algo que indique una alternativa a seguir. Tomé aire, respire profundamente el viento y el frío y sentí como si mis energía se renovarán. Y el frió desalentador ahora impulsado por el viento me alientan a seguir en esta búsqueda, que me ayuda a dejar de ser una sombra de mi mismo.

Comentarios

  1. Andar...sin un distino...¡es complicado! Besos

    ResponderBorrar
  2. hay una expresión que me encanta, en realidad es una pregunta-respuesta que yo me he hecho solita a veces

    -¿dónde vas?
    -donde me lleve el viento


    :)

    ResponderBorrar
  3. Que la búsqueda te lleve a lo mejor de ti.

    Saludos.

    ResponderBorrar
  4. Detenerse, respirar profundo y el aire fresco, son buenos consejeros a la hora de continuar con nuestro camino, aunque aún no exista huella en el suelo...

    Saludos!

    ResponderBorrar
  5. Buscar sin saber muy bien que.
    caminar sin conocer el camino.
    Pura aventura!!!
    Besitos!!!

    ResponderBorrar
  6. Que en la búsqueda
    encuentres lo que
    tu corazón ansía.

    Besos

    ResponderBorrar
  7. Siempre hay que seguir, y buscar el viento a favor...

    ResponderBorrar
  8. Como el mundo es redondo, el viaje más largo termina en la puerta de tu casa. Y quizás encuentres en un espejo a la persona que andas buscando.
    Bienvenido a "Días intensos".

    ResponderBorrar
  9. En mi tierra, al viento se le llama cierzo, y casi casi te hace levitar -lo de andar ya es otra historia-.

    Muak

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Vueltas

Escribir   un     rezo para un Dios    inexistente   Inventarme    un Dios       al cual rezarle sin fe   Encontrar    una fe       que no esté presa de una religión   Profesar   una religión      en la que no haga falta          rezar para huirle a la angustia que me acompaña desde que no estás

Encuentro

Estaba sentado en la confitería de la terminal. Lo reconocí, aunque no había leído hasta ese momento ninguno de sus libros. Era Peña, el escritor, Héctor Rodolfo “Lobo” Peña. Había escuchado hablar de él, de sus premios y de la Trágica gaviota patagónica, su libro más mentado. Nos saludamos con un ligero movimiento de cabeza y, sin decir nada, seguí con mis cosas. Pasaron más de veinte años de ese momento. Peña ya no está entre nosotros. A mí me quedó la imagen solitaria, como ensimismada, de él, sentado en la confitería; y me quedaron sus libros, los que, a medida que fui leyendo, fueron incrementando mi entusiasmo por su producción literaria. Incursionó en todos los géneros y en todos lo hizo con la misma vocación: la de ser fiel a su estilo. Los pájaros del lago fue el primero que leí. La trama tiene todos los condimentos de thriller. La historia me atrapó desde la primera página. Ambientada en la zona del Lago Argentino, los personajes y los lugares en los que acontecían los he...

No ser

Llegué a la escritura motivado por una búsqueda, en principio inconsciente, que se corporizó en mí cuando empecé a tener noción de lo que representaba el haber nacido en un campamento petrolero. Un lugar que, a la vez, era ningún lugar; un hábitat en el que, el único rasgo permanente, estaba conformado por lo provisorio. De hecho, mi permanencia en Cañadón Seco, duró lo que pudo haber durado la convalecencia posparto de mi madre.  La imagino a ella llevándome en brazos, en el transporte de Mottino y Acuña, mezclada entre los obreros que regresaban a Caleta Olivia.  Apenas unas horas de vida tenía y ya formaba parte de un colectivo. Un colectivo de obreros, llegados de todos lados buscando el amparo de eso que se erguía como una sigla que, en ese tiempo, todo lo podía: YPF. —Nacido en Cañadón Seco —decía cuando me preguntaban— y criado en Caleta Olivia —agregaba en el intento de transmitir alguna certeza acerca de mi origen. Empecé a pensar en esto cuando me vine a vivir ...