Y ahora estaba igual, haciendo por cuatro meses un esfuerzo más, pensando en el futuro, se sentía como ausente de si misma, como si el tener su cabeza puesta en metas futuras la hubiera desarraigado del presente. No estaba presente, pensó. Se miró al espejo y no se reconoció o por lo menos no encontró a la Mariana que alguna vez fue, la que estaba siempre sonriente y dispuesta a todo, la que buscaban en la escuela para el centro de estudiantes o para armar las carrozas, la que organizaba los picnic o las rateadas, consentida por su madre que le pasaba en el supermercado algunas medialunas para que fueran al arroyo a tomar mates. No, esa mariana ya no estaba y tampoco estaba la que algún momento imaginó que podía ser: la Licenciada en turismo que recorría exitosamente los lugares más extravagantes del planeta.
Llegué a la escritura motivado por una búsqueda, en principio inconsciente, que se corporizó en mí cuando empecé a tener noción de lo que representaba el haber nacido en un campamento petrolero. Un lugar que, a la vez, era ningún lugar; un hábitat en el que, el único rasgo permanente, estaba conformado por lo provisorio. De hecho, mi permanencia en Cañadón Seco, duró lo que pudo haber durado la convalecencia posparto de mi madre. La imagino a ella llevándome en brazos, en el transporte de Mottino y Acuña, mezclada entre los obreros que regresaban a Caleta Olivia. Apenas unas horas de vida tenía y ya formaba parte de un colectivo. Un colectivo de obreros, llegados de todos lados buscando el amparo de eso que se erguía como una sigla que, en ese tiempo, todo lo podía: YPF. —Nacido en Cañadón Seco —decía cuando me preguntaban— y criado en Caleta Olivia —agregaba en el intento de transmitir alguna certeza acerca de mi origen. Empecé a pensar en esto cuando me vine a vivir ...
Bueno, tambien hay que poner límites, porque cuando uno vive planeando el futuro se le va entre las manos el presente.
ResponderBorrarSaludos ;)
Muy lindas la imágenes que usas, me han gustado mucho.
ResponderBorrarGracias por pasarte por mi blog :)
Beso!
A veces nos sorendemos de nuestros propios cambios. Me encanta la estampa nevada. Besos y feliz jueves
ResponderBorrarMariana se impacienta pronto o quizás en la escuela le vendieron el futuro demasiado bonito
ResponderBorrarQué lindo estás escribiendo...
ResponderBorrarMuchas veces nos desconocemos. Vale la pena el esfuerzo por volver a encontrarnos.
Beso grande
¿Quien no se ha mirado alguna vez a un espejo y ha visto sólo una sombra de sus sueños?
ResponderBorrarSupongo que a todos nos pasa en algún momento... pero la vida está llena de espejos... y de sueños.
Besos.
...
ResponderBorrarHola.
Insisto en que tus fotos son muy buenas. El post de "Busquedas" mostró una foto maravillosa: un árbol con rostro verde. Como si la naturaleza hubiera logrado pescar un alma.
Por cieto, en mi computadora tengo como protector de pantalla una foto de los glaciares. Me la regalaron mis amigochas que conocieron tu país, sintieron El Calafate.
Leí tu historia desde el inicio. Vaya cosa, ese "espejo que huye", ese futuro que siempre corre y se resvala de nuestras manos, sin terminar de llegar...
Saludete para ti.
Mafalda
la mariana de mis días me hace sonreir y está presente. no es un amor exótico. es cotidiano.
ResponderBorrarsaludos para vos!
Há que seguir sonhando mesmo quando nos olharmos ao espelho e não nos reconheçamos.
ResponderBorrar"Eles nem sabem nem sonham
que o sonho comanda a vida
e sempre que o homem sonha
o mundo pula e avança
como bola colorida entre as mãos de uma criança" - Pedra Filosofal de António Gedião.
Beso
Hai que seguir sonhando, Mariana!
La esencia nunca desaparece. Debajo de toda esa nieve está la Mariana de siempre. Más vivida, sí, pero ella.
ResponderBorrarUn besito