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Éramos tan felices


Las necesidades humanas se satisfacen con bienes y servicios procedentes de tres fuentes: de la producción económica, distribuida a través del mercado o del Estado (muebles, vehículos, lecciones recibidas en la escuela o atención medica en un hospital); del intercambio no mercantil con otros seres humanos (crianza, afecto, cuidados, identidad, reconocimiento social,); y del medioambiente natural (agua para beber, aire para respirar, petróleo para quemar). Cuando la primera de estas fuentes es escasa y las otras dos son abundantes, entonces el crecimiento económico contribuye mucho al bienestar, porque permite obtener mucho más de lo que más falta. Porque el desarrollo es precisamente expansión de la esfera económica a costa de las otras dos. El problema comienza cuando hay mucha producción económica pero las otras dos fuentes del bienestar humano se han vuelto escasas, que es lo que pasa hoy.

Llevamos cuatro años creciendo de manera explosiva como destino turístico, los niveles de inversión publica y privada realizados en El Calafate, en lo que va del siglo XXI, no registran antecedentes en la provincia, en el país y me animo a decir que en el mundo, si tomamos la relación per cápita . De los 6500 habitantes que el censo 2001 registró estadísticamente, solo queda la anécdota, los más cautelosos aseguran que ya estamos próximos a triplicar la población estable.

Pero el crecimiento no comporta bienestar como dice Ernest Garcia, sino lo contrario. Será por eso que de una manera u otra todos asentimos que no se está bien en El calafate, que esta etapa de hiper crecimiento económico se asemeja más a un tren fantasma, en el que todos estamos embarcados y del que no sabemos como bajarnos.

De la soñada villa turística que imaginaron los pioneros del turismo y que se fortaleció a principios de los noventas con la llegada del gas por red y con el la aparición de nuevos emprendedores, que con pequeñas y medianas empresas apuntalaron la actividad, solo quedan algunos vestigios. El desembarco descontrolado de grandes operadores turísticos, incentivados por un accesible valor fiscal de la tierra, bajos costos impositivos y la inexistencia de regulaciones, arrasó en poco tiempo con el proyecto de villa turística, para ponernos al frente de un conglomerado de humanos apetentes de crecer económicamente, que algunos se animan a definir como ciudad turística.

En este contexto se da este proceso electoral, en el que prevalecen las propuestas que buscan sanear de alguna forma los desastres propios que acarreo este crecimiento económico, con una amplia coincidencia, las distintas propuestas políticas están orientadas a atender las demandas humanas que el mercado no atiende y a remediar los males ambientales que el crecimiento económico acarrea para el lugar.

Hay por una parte, el punto en que más desarrollo económico no comporta más bienestar sino menos. El desarrollo tiene siempre costos sociales y ambientales, con el se gana poder adquisitivo pero se pierde calidad en los contactos humanos y se pierden funciones útiles de la naturaleza. Hay más dinero para pagar cuidadores de niños, de ancianos y de perros, consejeros personales, restaurantes y viajes en auto a bosques o playas, pero falta tiempo para disfrutar de los hijos o de una larga y lenta comida con los amigos (y el aire de la ciudad es un asco y las playas cercanas una cloaca). Este intercambio es inevitable para poder dedicar todo el tiempo a ganar más dinero, hay que sacrificar los contactos humanos y destruir el medio ambiente. Llega el momento en el que las perdidas superan a los beneficios.

Estaremos atravesando esta etapa? La sensación que tengo es que estamos sumergidos plenamente en ella. Quien puede asegurar que le ha ido mal económicamente en Calafate en los últimos años, muy pocos. Quien puede imaginar que le va a ir mal en términos individuales en los próximos años, casi un imposible. Pero en la ciudad Franckestein, el rumor es otro, hay como una sensación térmica de que las cosas no van para bien, que estamos haciendo demasiadas concesiones solo para ganar más dinero, que el campamento turístico está desplazando al incipiente proyecto de ciudad turística.

Y si de propuestas políticas hablamos, hay de todo y en este sentido viene bien tomar como referencia la clasificación que Ernets García hace pensando en el mundo, pero que entiendo es valida para darnos cuenta de cómo nos plantamos frente a lo que se viene local, provincial y nacionalmente.

Prefiero hablar de ignorantes, creyentes y agnósticos. Los ignorantes piensan que no hay problemas ecológicos. Los creyentes piensan que los problemas ecológicos podrán resolverse sin cambios sustanciales en nuestra forma de vida. Creen que la transición demográfica culminara antes de que el mundo esté realmente superpoblado y que el crecimiento se está volviendo mucho menos intensivo en energía y materiales y mucho menos contaminante, de modo que la riqueza podrá aumentar sin sobrepasar la capacidad de carga del planeta. A esto se lo llama desarrollo sostenible. Los agnósticos sospechan que se traspasaron los límites al crecimiento y que hay que prepararse para la cuesta abajo, para una reducción considerable de la población y de la economía. Aceptan que los datos en que basa ese punto de vista pueden ser erróneos, y están dispuestos a revisar sus conclusiones si alguien aporta datos mejores. Hay optimistas y pesimistas en cada uno de estos tres grupos. Entre los agnósticos, los optimistas esperan que la cuesta abajo pueda recorrerse sin costos excesivos, e incluso con alguna ganancia, mientras que los pesimistas mantienen que los seres humanos son incapaces de hacer el descenso de una manera ordenada y pacifica..

¿Y vos como estas frente a lo que nos está pasando?

¿Cuántos ignorantes, creyentes y agnósticos hay en El Calafate?

¿Incide en algo esto en el proceso electoral?

¿Como vota un creyente, como lo hace un agnóstico o un ignorante?

L¿os candidatos, están obligados a ser creyentes para no desilusionar a la gente?

¿Es este un problema de las ONG, o deben los espacios políticos agendas el tema -de cómo crecer económicamente- entre los temas importantes a discutir en la etapa que se viene?

¿Es este un lugar para vivir o es solo un lugar para juntar plata?

Ernest García El observador Perfil 30 de septiembre de 2007

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