Se quedó unos minutos parada, con las espaldas apoyadas sobre la puerta, los brazos caídos a un costado del cuerpo, la cabeza tirada hacia tras y los ojos cerrados. Se aguantó las ganas de llorar respirando bien fuerte y conteniendo el aire en sus pulmones. No vale la pena llorar por este infeliz pensó y en su cabeza dio vueltas un pensamiento recurrente en estas situaciones “cuidado con lo que dices, mira que siempre terminas arrepintiéndote”. Dio unos pasos hacía la cocina y buscó una bolsa de residuos, de esas negras y grandes tipo consorcio. Empezó con la ropa. Metió todo lo que fue encontrando, en la cómoda, en el placard, en el piso. Sobre la mesita de luz, el portarretratos los mostraba juntos, sonrientes, hasta se podría decir felices, saltando entre las olas del mar. Tomo el cuadro y pensó en tirarlo, pero su mano se fue sola hacía uno de los cajones de la cómoda y guardó allí lo que no dejaba de ser un buen recuerdo.
Llegué a la escritura motivado por una búsqueda, en principio inconsciente, que se corporizó en mí cuando empecé a tener noción de lo que representaba el haber nacido en un campamento petrolero. Un lugar que, a la vez, era ningún lugar; un hábitat en el que, el único rasgo permanente, estaba conformado por lo provisorio. De hecho, mi permanencia en Cañadón Seco, duró lo que pudo haber durado la convalecencia posparto de mi madre. La imagino a ella llevándome en brazos, en el transporte de Mottino y Acuña, mezclada entre los obreros que regresaban a Caleta Olivia. Apenas unas horas de vida tenía y ya formaba parte de un colectivo. Un colectivo de obreros, llegados de todos lados buscando el amparo de eso que se erguía como una sigla que, en ese tiempo, todo lo podía: YPF. —Nacido en Cañadón Seco —decía cuando me preguntaban— y criado en Caleta Olivia —agregaba en el intento de transmitir alguna certeza acerca de mi origen. Empecé a pensar en esto cuando me vine a vivir ...
A veces las decisiones apresuradas son precisamente porque las personas íntimamente no están convencidas. Así anda la humanidad, las decisiónes mas importantes son irreflexivas. El Amor requiere mucho trabajo. Interesante tu relato. Muchos saludos.
ResponderBorrarUn mal final no debería enturbiar un buen recuerdo. Buen micro.
ResponderBorrarBeso