La
mujer que me vendió los cerezos fue tajante al asegurar que, de nada servía
plantar una docena de ellos si no me llevaba uno que haga de polenizador, uno
que cumpliera la función de proveer flores para facilitar la polenización de
los otros y con ello la abundancia de frutos. Pero no espere de él otra cosa, me dijo, este árbol
sólo dará flores. Una década más tarde,
las mejores cerezas me las da él. ¿Habrá
cambiado con el pasar del tiempo? Vaya uno a saber. ¿Cambiará uno también con el pasar de los
años?
Cuando miro las fotos de los frigoríficos —ese primer intento de desarrollo industrial, que surgió como complemento del oro blanco que representó la lana ovina—, no me pregunto por qué dejaron de funcionar, porque eso tiene relación con factores externos a nosotros. Lo que me provoca —el entrecruzamiento de fotos de “ estas ruinas, impregnadas de la temporalidad” (1) , que reflejan un momento de la ocupación capitalista del territorio—, es pensar en cómo, el abordaje del pasado, puede ayudarnos a entramar los hilos de un futuro que no deja de ser incierto. ¿Son estas fotos un espejo en el que nos podemos mirar para empezar a reconocernos? Ahí se me aparece, Florida Blanca, ese asentamiento español, que -cuando deciden abandonarlo- lo prenden fuego. Imagino al aónikenk observando esa escena. Ellos que eran nómades por naturaleza, que más tarde sucumbieron frente al proceso de colonización de la tierra, tratando de entender, el porqué de esa destrucción. Pienso tambien en los ...
Sí, uno cambia con el pasar de los años o eso es lo esperable, creo yo. Es la evolución, el crecimiento, madurar, aprender... aunque la esencia permanece.
ResponderBorrarTienen muy buena pinta esas cerezas. Y me traen recuerdos de infancia
Un abrazo