Dejar atrás la masa.
Iniciar nuestro propio viaje.
Aunque sintamos que vamos a la deriva,
arrastrados por fuerzas que no controlamos,
que nuestro rumbo depende de cómo sople el viento;
siempre es mejor desprenderse,
pienso,
mientras observo
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
-Cuántas veces te lo tengo que decir, -dijo zamarreándolo de la remera- no quiero verte más en esa esquina jugando con esos atorrantes, que ...
Que lindo texto. Hoy entré a ver los míos del 2009 y un comentario tuyo me encantó. Ahora entré, movida por la curiosidad y me encuentro con esto, que maravilla y sí, coincido, hay que desprenderse y reconstruirse, agrego. Besos
ResponderBorrar