Congelados, heridos, cubiertos de petróleo, quemados, conmocionados, deshidratados, izados uno por uno a mano, con sogas y arneses, empezaban a ser desvestidos y luego abrigados y atendidos. Lloraban de felicidad. Otros no. Apenas se movían. Estaban a punto de congelarse y por eso se limitaban a mirar y a asentir, con movimientos lentos. El frío los había afectado tanto que ni siquiera podían cerrar los ojos. Los vi y pensé sí yo había brindado ese mismo espectáculo de desprotección y fragilidad.
Texto extraído de la pag.137 de la novela Puerto Belgrano – Juan Terranova
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