
"He visto durante esos años
como quienes trabajaban en el turismo buscaban otro camino o debían emigrar
durante el invierno. Por ello pensé que la municipalidad debe invertir recursos
en fomentar el turismo durante todo el año, porque es mejor reactivar o
continuar la actividad, que tener que invertir esos recursos en el
asistencialismo social para contener a quienes quedaban sin trabajo".(Néstor
Méndez, Sept.2003)
¿Adónde quedaron los esfuerzos realizados durante tantos años para romper con
la estacionalidad? Eso que ya se definía
como una debilidad del destino en el plan de marketing realizado hace casi una
década que se caracteriza por una actividad concentrada en los meses de verano
y una baja pronunciada en lo que queda del año.
Todavía recuerdo el slogan de “Calafate todo el año” y las promociones
organizadas, que traían a nuestra localidad a los agentes de viajes y
periodistas para promover el lugar, con listados de hoteles y restaurantes que
adherían a la propuesta con ofertas para los visitantes.
¿Qué nos quedó de la Fiesta del Hielo que —con no poco esfuerzo— la gente del
Club Andino pudo realizar durante cuatro temporadas consecutivas y que, el
último año, dejó flotando la expectativa de realizar con un grupo holandés un
evento internacional en la bahía?
Para algunos, el problema lo provoca Aerolíneas, porque no garantiza los vuelos
necesarios en invierno. Descartada propuesta de aumentar las tarifas para
destrabar la situación, dan la impresión de que se quedaron sin alternativa
alguna que haga pensar que nuestra Municipalidad dispone de una estrategia
concreta o de un programa mínimo para superar esta dificultad.
¿Cuántos hoteles y restaurantes ya cerraron sus puertas? ¿Cuál es el plan de
mantenimiento de servicios en el Parque Nacional? ¿Cuál es el programa de
mantenimiento vial que se pondrá en marcha para garantizar la circulación de
las rutas? ¿Se publicarán avisos promocionando el destino, o se reiterará
historias pasadas en el que las agencias proponían –ante la consulta de los
turistas- otros destinos alternativos?
Interrogantes estos, a los que seguramente habrá que sumarles otros, que tiene
que ver con el impacto social que la baja temporada tienen sobre la comunidad,
sobre las consecuencias que acarrea -en la calidad de los servicios que se
ofrecen- la falta de estabilidad laboral de muchos de los que emigran hacia
otros destinos para compensar su funcionamiento, o sobre la tan mentada
cuestión de ser un destino caro, porque hay que hacer rentable —en
no más de cien días— un negocio que podría funcionar “todo el año”.
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