Preparamos agua, una fruta, filtro solar, un calzado alternativo y rumbeamos hacia la isla. Sobre el techo de casa, una bandurria nos desea suerte en la travesía. Buen comienzo digo. Suelo creer en los mensajes de la naturaleza. Y no es que reniegue del pragmatismo en el que el conocimiento nos ha encarcelado, pero me han pasado tantas cosas en esta vida, que he aprendido también a jugar un poco con la idea de que estas presencias no son casuales, que hay en ellas una señal que tal vez nuestro raciocinio limitante no nos permite descifrar.
Llegué a la escritura motivado por una búsqueda, en principio inconsciente, que se corporizó en mí cuando empecé a tener noción de lo que representaba el haber nacido en un campamento petrolero. Un lugar que, a la vez, era ningún lugar; un hábitat en el que, el único rasgo permanente, estaba conformado por lo provisorio. De hecho, mi permanencia en Cañadón Seco, duró lo que pudo haber durado la convalecencia posparto de mi madre. La imagino a ella llevándome en brazos, en el transporte de Mottino y Acuña, mezclada entre los obreros que regresaban a Caleta Olivia. Apenas unas horas de vida tenía y ya formaba parte de un colectivo. Un colectivo de obreros, llegados de todos lados buscando el amparo de eso que se erguía como una sigla que, en ese tiempo, todo lo podía: YPF. —Nacido en Cañadón Seco —decía cuando me preguntaban— y criado en Caleta Olivia —agregaba en el intento de transmitir alguna certeza acerca de mi origen. Empecé a pensar en esto cuando me vine a vivir ...
Yo también creo en los mensajes de la naturaleza... ojalá la escuchemos más a menudo!
ResponderBorrarJamás había visto este aves. Me encanta...
ResponderBorrarComo suelo decir, con una foto muy similar sacada pro Gabriel Sastre en casa...esas son las gatas de nuestros tejados! Lindismas!
ResponderBorrarAnzaga:) Bandurrias.Se extienden por la patagonia.
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