Ir al contenido principal

Desapego

Esperar es aguardar algo que aún no llega. Que espero quiere decir que anticipo la llegada de lo que vendrá. Mientras espero tengo esperanza. Y tener una esperanza es proyectar algo que me falta como tenido en el porvenir. Mientras estar en demora es estar en el presente. Es morar la incertidumbre, la confusión, la inseguridad.

Marcelo PERCIA “UNA SUBJETIVIDAD QUE SE INVENTA – dialogo demora recepción”


Comentarios

  1. el vislumbrar algo que deseamos en nuestro porvenir es lo que nos hace seguir caminando

    (subjetivamente es lo que pienso)

    ResponderBorrar
  2. Depositar "esperanza" en el porvenir, es lo que hace que millones de habitantes sobre la tierra, celebren el inicio de cada nuevo año!!

    Sepa que además de gratificarme leyendo lo que por aquí usté nos presenta, disfruto con las fotografías, mucho...

    Solo quería que lo supiera.

    Abrazos!!

    ResponderBorrar
  3. Es necesario tener esas esperas necesarias precisamente, para no perder las esperanzas.
    Un abrazo

    ResponderBorrar
  4. Mientras la paciencia te permita seguir esperando, la esperanza caminará de tu mano. Preciosa imagen. Besos!!!

    ResponderBorrar
  5. No lo conocía pero no podría estar más de acuerdo. Por cierto, la foto es una pasada.

    Un besín

    ResponderBorrar
  6. El que ama confía y la confianza es esperanza mientras se vive intensamente el presente con todos los sentidos a flor de piel.
    No es facil!!
    Un beso y gracias por llegar, aunque no me sigas!!

    ResponderBorrar
  7. supongo que ya no espero nada....quizás me dejo sorprender....gracias por pasar y comentar, no te pierdas!!...

    ResponderBorrar
  8. ...Y sin embargo, en la demora del presente están nuestros actos y esos actos esculpen el futuro. La esperanza sin actos que la persigan, es dejar a la incertidumbre del azar, nuestro porvenir.

    Un saludo

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Encuentro

Estaba sentado en la confitería de la terminal. Lo reconocí, aunque no había leído hasta ese momento ninguno de sus libros. Era Peña, el escritor, Héctor Rodolfo “Lobo” Peña. Había escuchado hablar de él, de sus premios y de la Trágica gaviota patagónica, su libro más mentado. Nos saludamos con un ligero movimiento de cabeza y, sin decir nada, seguí con mis cosas. Pasaron más de veinte años de ese momento. Peña ya no está entre nosotros. A mí me quedó la imagen solitaria, como ensimismada, de él, sentado en la confitería; y me quedaron sus libros, los que, a medida que fui leyendo, fueron incrementando mi entusiasmo por su producción literaria. Incursionó en todos los géneros y en todos lo hizo con la misma vocación: la de ser fiel a su estilo. Los pájaros del lago fue el primero que leí. La trama tiene todos los condimentos de thriller. La historia me atrapó desde la primera página. Ambientada en la zona del Lago Argentino, los personajes y los lugares en los que acontecían los he...

Lejos

Como mazazos contra una frágil pared, las decisiones políticas, golpean a los habitantes de este lejano sur. Nada muy distinto a lo que sucede con otras regiones del país. Pero -en nuestro caso- por estar más lejos, el golpe parece que fuera más duro. Algunos ya preparan sus maletas: así no se puede vivir aquí, dicen indignados. Es probable que muchos se vayan. Ya pasó más de una vez.   Así como aparecen oleadas de inmigrantes que llegan buscando un mejor futuro, cuando las papas queman, del mismo modo en que llegaron, se van. Y está bien que así sea. Nadie debería ser obligado a quedarse en un lugar que no tiene nada para ofrecerle.

Espera

Despacio, me dijo, debes ir más despacio. Este invierno pronto dejará de estar entre nosotros y tus piernas entumecidas irán de a poco recuperando el ritmo. Me dijo eso mientras encendía unas ramas secas en la salamandra. No tiene sentido apurarse ahora, dijo y dejó que su cuerpo se acomodara lentamente en la reposera. Lo miré con los ojos bien abiertos, como tratando de abarcar toda esa existencia en mi mirada. El cielo seguía encapotado. No he podido acostumbrarme a eso de vivir los momentos como una espera.