Ya limpié mi invernáculo. Desmalecé lo que había quedado de
la temporada anterior. Ordené un poco mi patio quitando las hojas muertas. Ya
empecé a tirar algunas semillas de flores con la esperanza de sumar en el
verano alguna especie más a las que ya tengo aclimatadas. Me queda empezar a
preparar los almácigos. Pero no he tenido tiempo para ello. En eso estoy
atrasado. Todos los años digo lo mismo: apenas termine el invierno, apenas ese
manto blanco que cubre de frío mi patio desaparezca y el sol me entregue una
par de horas de luz en el día, voy a sembrar. Pero siempre pasa algo y pierdo
estos días. O mejor dicho ocupo estos días en otras cosas que surgen inesperadas.
A veces pienso que, si no fuera por lo inesperado, qué insulsa sería ésta vida.
Escribir un rezo para un Dios inexistente Inventarme un Dios al cual rezarle sin fe Encontrar una fe que no esté presa de una religión Profesar una religión en la que no haga falta rezar para huirle a la angustia que me acompaña desde que no estás
Comentarios
Publicar un comentario