Del otro lado, estoy una vez más frente al Lago Argentino. De espaldas a la ciudad, puedo darme el lujo de no pensar. De olvidar –aunque sea por un momento- todas las preocupaciones lógicas de la vida urbana. Puedo estar, puedo ser, puedo andar en esta geografía sin perturbarla, sin necesidad de apropiarme de ella, respirarla y confundirme un poco en ella sin contaminarla.
Llegué a la escritura motivado por una búsqueda, en principio inconsciente, que se corporizó en mí cuando empecé a tener noción de lo que representaba el haber nacido en un campamento petrolero. Un lugar que, a la vez, era ningún lugar; un hábitat en el que, el único rasgo permanente, estaba conformado por lo provisorio. De hecho, mi permanencia en Cañadón Seco, duró lo que pudo haber durado la convalecencia posparto de mi madre. La imagino a ella llevándome en brazos, en el transporte de Mottino y Acuña, mezclada entre los obreros que regresaban a Caleta Olivia. Apenas unas horas de vida tenía y ya formaba parte de un colectivo. Un colectivo de obreros, llegados de todos lados buscando el amparo de eso que se erguía como una sigla que, en ese tiempo, todo lo podía: YPF. —Nacido en Cañadón Seco —decía cuando me preguntaban— y criado en Caleta Olivia —agregaba en el intento de transmitir alguna certeza acerca de mi origen. Empecé a pensar en esto cuando me vine a vivir ...
estar, ser, andar... sin perturbar... como un suspiro...¡que gozada!
ResponderBorrarQuedas invitado a mi nueva/vieja morada. Por la anterior ha pasado una especie de tsunami.
Jasonia (antes tiempo al tiempo)
HERMOSA AZUL VISIÓN... Y CONFUNDIRTE CON ELLA...
ResponderBorrarUN ABRAZO...
...
ResponderBorrarMmmmm, ¡que rico!
Hasta aquí me llegó un pedacito de paz.
Un beso y abrazo para ti.
Mafalda