El frío parecía arraigado en la habitación en la que lo habían
internado y a la que concurrí a visitarlo apenas me enteré de su estado.
-No todos saben darse un lugar en este mundo, -dijo y se refregó el mentón pensativo- y yo, no
sólo no sé sino que nunca me propuse hacerme un lugar -agregó en un tono, pausado y reflexivo, que no acostumbraba a usar.
Después hizo un largo silencio
que yo acompañé indulgente. Pensé en decirle que no había razón para se propusiera
terminar así con su existencia, pero no lo hice. Me quedé callado. Cuando se durmió, me paré y me fui, pensando en cuál será mi lugar en este mundo.
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