La mente en blanco. Nada de nada.
Como si me hubieran hecho un lavado de cerebro con lavandina. Y la hoja en el
pupitre, como una virgen desahuciada, también en blanco. No deben faltar más de
diez minutos y no logro empezar una frase. Aunque sea para que no vayan a pensar
que, al dejarla así, estoy expresando cierto desprecio por la materia. Mi
compañero de banco escribe. Titubeante, pero escribe. Seguro que puro verso,
pero escribe. Está acostumbrado al chamuyo. Cuando pasa a dar oral siempre zafa.
Empieza a gesticular mientras dice cualquier cosa y todos compran. Pero este es
un examen escrito. Los gestos no sirven de nada. Acá, lo que hay que poner, son
palabras. Y se te equivocas en una, por más linda que haya quedado la frase,
todo lo que quisiste decir puede ser leído de otra manera. Y ahí viene el
bochazo. En cualquier momento suena el timbre. El profesor no se movió de su escritorio en toda
la hora. Aprovecha el tiempo y corrige exámenes de los otros
cursos. No sé cuántas horas trabaja pero se me hace que vive en la escuela. Si
me hubiera tocado la bolilla uno, hubiera sido otra cosa. Pero me tocó la dos. Hay
días en la que la suerte no está con vos. No queda más que esperar que suene el
timbre. El silencio en el aula es absoluto. Tan absoluto como el vacío en mi cabeza.
No suele pasarme. Debe ser por eso que, aun sabiendo que no tengo nada para
escribir, sostengo la birome en mi mano como si no estuviera derrotado, como si,
finalmente, antes de que suene la campana, fuera a derramar, sobre esa hoja en
blanco, aunque sea una idea que justifique mi paso por esta aula.
Las infaltables gaviotas alborotaban el cielo plomizo sobre un montículo de basura recién depositada por un camión volcador amarillo. Allí, naturalmente, merodeaba el suizo. Y le gustaba robar; pero sus “colegas” del basural no soportaban, aunque al final debían hacerlo, esa costumbre. La ley no escrita era compartir la basura, compartir los espacios. Pero no robarse entre ellos. – El basural del frío Héctor Rodolfo Peña
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Me hace acordar mis tiempos de estudiante, cuando al principio era nada y despues despacio se iba desenroscando el hilo de lo aprendido.
ResponderBorrarMe hace acordar mis tiempos de estudiante, cuando al principio era nada y despues despacio se iba desenroscando el hilo de lo aprendido.
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